En los últimos años, adultos y jóvenes hemos sido testigos de una nueva tendencia en el mundo de la moda, a través de las redes sociales. Se trata del famoso body positivity, una corriente que nace en rechazo a la “gordofobia” y a una supuesta discriminación que sufren las personas con sobrepeso.
No cabe duda que es de mal gusto hablar de los cuerpos de otras personas, sean estas de la contextura que sean. Sin embargo, ¿no es peor desinformar y avalar estilos de vida poco saludables en aras de crear nuevos estándares de belleza y “normalizar todos los cuerpos”?
¿Por qué es dañino?
Algunos científicos han catalogado al movimiento del body positivity como una “denegación de la ciencia”. El discurso de que todos los cuerpos son hermosos, producto de la cultura de la corrección política, cae al vacío ya que coloca a las emociones por encima de los hechos.

En un estudio realizado en el Reino Unido (2012), en donde se consultó a doctores, dietistas, enfermeros y nutricionistas, solo el 1.4% mostró una actitud positiva o neutra con respecto al exceso de grasa corporal.
Lo cierto es que la obesidad es el primer factor de riesgo en una serie de enfermedades como la diabetes, la hipertensión, los problemas cardiovasculares, óseos o articulares, el deterioro del hígado, e inclusive algunos tipos de cáncer.
Políticas públicas y privadas “inclusivas”
No es un secreto que existen activistas, influencers y empresas que lucran con este discurso, que si bien hasta cierto punto otorga representación a los diversos tipos de cuerpos que existen, se convierte rápidamente en una estrategia de marketing.

Tampoco está de más mencionar el sobrecosto que esto generará para las futuras generaciones en el sector salud, tanto público como privado, teniendo en cuenta la rapidez con la que el discurso de “aceptación” va calando.
En los Estados Unidos, país donde la tasa de obesidad ha aumentado entre 30% a 33% en menos de dos décadas, existen influencers que demandan a las empresas privadas el tener consideraciones especiales para personas de tallas grandes, exigiendo hasta dos asientos para mayor comodidad.
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De manera similar, la activista Jameela Jamil impulsó una petición para que las infusiones detox y el contenido que promoviera la alimentación saludable fuera ocultado de usuarios menores a 18 años en Instagram y no pudieran ser promocionados por las empresas privadas en esta plataforma, llamándolos parte de la “cultura de dieta”.
En conclusión…
Existen pocos psicólogos que han alertado acerca del peligro de este movimiento, pero, quienes sí se han atrevido a ser políticamente incorrectos, han mencionado que el body positivity no termina de resolver los problemas a los que se enfrenta la comunidad que supuestamente dice representar.
¿Por qué? Pues, es más fácil y más “cool” que todos -públicos y privados- cambien para acomodarse a lo que dictan los inconformes, a que estas personas se realicen el trabajo interno de aceptarse sin importar lo que opine el resto.
Aquí nadie trata de negar que los estándares de belleza existen a pesar de que todos los cuerpos son diversos e irrepetibles. No obstante, tampoco es correcto normalizar estándares de vida que puedan atentar contra la salud de la sociedad.
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Directora ejecutiva de ILAD Media