El debate sobre el lenguaje inclusivo ha alcanzado un espacio global en la que participan los
medios de comunicación, universidades, instituciones públicas y la sociedad en general. En este
debate, se confrontan dos principales posturas: la de la Real Academia Española (RAE) y la de
aquellos que la promueven para lograr una supuesta igualdad de género, pues consideran que
nuestro lenguaje es sexista, androcéntrico y que no visibiliza a la mujer. En consecuencia, surge
la siguiente pregunta: ¿Es congruente el uso del lenguaje inclusivo para promover la igualdad?
En mi opinión, considero que no. En los siguientes párrafos desarrollaré un argumento que
respalda mi postura.
En primer lugar, el uso del lenguaje inclusivo resulta incongruente debido a que la
morfología del género en el español es intrínsecamente inclusiva. La RAE ha señalado que el
masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos del sexo masculino, sino
también para designar a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. Por ejemplo,
con la expresión “los alumnos”, podemos referirnos tanto a un grupo formado únicamente por
alumnos varones, como a un grupo mixto, formado por hombres y mujeres.
En segundo lugar, el lenguaje inclusivo ha quebrado las reglas gramaticales del idioma, mediante el mal uso de grafías. Por ejemplo, el uso de términos inventados como “todxs” o “tod@s”, que dan como
resultado términos impronunciables, y hasta risibles, como el caso del uso de «millones y
millonas» en un discurso pronunciado por Nicolás Maduro en agosto de 2013. Esta evidente
desnaturalización del lenguaje, en su intento por evitar una supuesta discriminación lingüística,
solo entorpece el proceso comunicativo y resta un tiempo considerable del hablante.
En tercer lugar, las guías de lenguaje inclusivo recomiendan omitir los artículos masculinos y buscan
ampliar la inclusión a múltiples identidades de género. Así lo ha señalado Ignacio Bosque,
Catedrático de la Lengua Española y miembro de la RAE, después de analizar nueve guías de
lenguaje inclusivo publicadas en España. En su informe, Bosque destacó que en la mayoría de
estas guías se observa un rechazo hacia cualquier expresión masculina destinada a englobar ambos
sexos. Así mismo, señaló que estas guías buscan extender la inclusión a múltiples identidades de
género, más allá de hombres y mujeres. Además, Bosque resaltó que los lingüistas, que son las
personas legitimadas institucionalmente en el campo del lenguaje, no fueron consultados ni
participaron en la elaboración de la mayoría de estas guías.
En conclusión, el uso del lenguaje inclusivo resulta incongruente y responde a un problema
fundamentalmente ideológico y político que emana de colectivos sociales y actores políticos
alineados a la corriente progresista. Ante esta situación, sugiero dirigir nuestra atención hacia las
voces autorizadas en el campo del lenguaje, tales como la RAE, los lingüistas y los maestros de
la lengua.
Así mismo, es importante destacar que el sexismo y la misoginia no son características
intrínsecas de la lengua, sino usos de la misma. El lenguaje puede emplearse para emitir
expresiones amorosas y hermosas, así como para insultar y ofender; por lo tanto, es
responsabilidad del usuario usarla correctamente, demostrando siempre respeto hacia la dignidad
humana de su prójimo.
Estudiante de Ciencia Política