Cultura

La mesa está servida | Opinión

En estas semanas, la cocina peruana ha estado en foco después de que el restaurante Central fuera designado en el primer lugar entre los 50 mejores restaurantes del mundo. The World’s 50 Best Restaurants tiene un jurado integrado por mil expertos que votan cada año, y no es poca cosa.

Pero dejando de lado las quejas eternas de antropólogos de izquierda que cuestionan los éxitos que muchos peruanos logran, quiero esta vez enfocar el futuro promisorio que la cocina peruana puede lograr trazando un rumbo cierto con metas claras: recibir 2 millones de turistas gastronómicos de aquí a tres años. 

Una aspiración nada difícil si consideramos que, según PromPerú, antes de la pandemia más de 400 mil turistas extranjeros vinieron sólo a comer. Y ello es posible en todo nuestro territorio en el que el turista gastronómico tiene una amplia variedad de opciones tradicionales: un ceviche en una chingana del Callao, un queso helado en Arequipa, o un tacacho en un mercado de Iquitos… son muy pocos los atraídos por los restaurantes de vanguardia, como Central, Kojlle, o Maido. 

Como observa Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía de España, acerca de los 80 millones de turistas que España recibe cada año: «La mayoría viene por la gastronomía y no por la gastronomía sofisticada o los nombres de cocineros, sino por la tortilla o el marmitako -guiso de atún con papas, tradicional del País Vasco-«.

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Sin embargo, no por ello se debe censurar al turismo gourmet, pues según un informe de la firma de negocios KPMG, el ‘lujo gastronómico’ en España es un sector que mueve alrededor de 388.000 millones de euros al año, entre proveedores, restaurantes y servicios.

El Perú tiene como bandera su tradición culinaria, el pobre y el rico comen bien, lo que los diferencia en la cuenta es la infraestructura y el servicio, y es tarea del Estado permitir que ello mejore, crezca y se diversifique para beneficio tanto del emprendedor, como del comensal y/o turista. 

Siendo reconocido como el Mejor destino culinario del mundo, durante 10 años consecutivos por los World Travel Awards, otros países con una larga difusión gastronómica, como España y México, ya nos ven como su competencia futura, pero aquí aún no salimos de la crisis post pandémica y nos disparamos al pie asustando ese turismo hambriento de experiencias gustativas que queremos traer…

Comer rico no basta, debemos promocionar agresivamente al Perú como un destino culinario de primer nivel asido de su extraordinaria historia y cultura, pero considerando la oportunidad excepcional que tenemos -similar al auge del guano y el del salitre-, en los que la diversidad de sazones y gustos es hoy la experiencia vital del país, aquella que debe ser difundida, ¡y celebrada!, por todos.

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