Extraído de SFL opinión. Con el propósito de limitar, sin razón alguna, opiniones discrepantes a diferentes sectores del ámbito político y social, se está comenzando a castigar judicialmente los famosos discursos de odio. Ejemplos claros de esto los podemos ver en España y Venezuela, países donde ya está penado.
¿Qué es el discurso de odio?
Según la ONU, es cualquier forma de comunicación de palabra, por escrito o a través del comportamiento, que sea un ataque o utilice lenguaje discriminatorio en relación con una persona o un grupo sobre la base de quienes son, o, en otras palabras, debido a su religión, origen étnico, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad”.
En otras palabras, es un intento de limitar la libertad de expresión, basándonos en sentimentalismos y susceptibilidades.
¿Por qué no deberían estar penados?
En principio, esta pena es absurda, por la gran carga de subjetividad que tiene la definición del discurso de odio, imaginemos, pues, que alguien afirma que todas las feministas son un mal para la sociedad. Tiene todo el derecho de decirlo, es su opinión, pero, aun así, esta persona podría ser acusada por este tema.
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Ahora, imaginemos a alguien criticar a la comunidad LGBT, diciendo simplemente, que no concuerda con los ideales de este colectivo. Esta persona, también podría ser acusada por discurso de odio. La tildarían de machista, transfóbico o cualquier otra cosa.
Entonces, dependiendo de la sensibilidad de cada grupo, se podría acusar a cualquiera bajo el pretexto del discurso de odio y se viviría una especie de cacería de brujas.
Otro argumento para estar en contra de la penalización es que, gobiernos autoritarios podrían usar esta pena como excusa para una persecución política. Podemos ver ejemplos de esto en Venezuela, donde ya existe una pena por este tema. Por contradecir al gobierno actual, las autoridades venezolanas han interpretado este tipo de declaraciones, como discursos de odio. Persiguiendo a los opositores de Maduro volviéndolos así, sus presos políticos.
En definitiva, los discursos de odio no deberían estar penados, pero esto no significa que la libertad de expresión no tenga un límite, cuando de hecho, si lo tiene, y lo podemos ver en nuestro Código Penal, donde se regula la pena por difamación, calumnia y apologías a algún delito.
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