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Janine Áñez: ¿golpista o presa política?

La expresidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, continúa encarcelada en el penal de San Pedro, a pesar de las denuncias de violación de derechos que su hija viene realizando ante todas las entidades internacionales buscando justicia. Morales celebró el año pasado su condena a 10 años de prisión por los delitos de «incumplimiento de deberes» y … Continue reading Janine Áñez: ¿golpista o presa política?

La expresidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, continúa encarcelada en el penal de San Pedro, a pesar de las denuncias de violación de derechos que su hija viene realizando ante todas las entidades internacionales buscando justicia.

Morales celebró el año pasado su condena a 10 años de prisión por los delitos de «incumplimiento de deberes» y «resoluciones contrarias a la Constitución».

Pero ¿tiene razón? ¿fue acaso la expresidenta una golpista? ¿Qué fue lo que realmente pasó durante su atropellado mandato?

En octubre del 2019, se celebraban elecciones generales en Bolivia en las que se escogería al próximo presidente del país para el periodo 2020-2025. Los candidatos al cargo eran Carlos Meza, del partido Comunidad Ciudadana, y Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (el MAS), quién pretendía reelegirse por tercera vez tras casi 14 años en el poder, a pesar de que la constitución solo lo permitía una vez.

El problema empieza cuando, el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia detuvo el conteo de votos al 83%, conteo que mostraban a Meza y Morales en segunda vuelta. Al día siguiente, el conteo se reanudó al 95%, y “mágicamente” Evo Morales resultaba ganador en primera vuelta.

Esto motivó a que los observadores internacionales y la oposición exijan la anulación de las elecciones por fraude electoral. Inmediatamente se activaron protestas en todo el país, y el jefe de las Fuerzas Armadas Williams Kaliman instó a Morales a renunciar. El 10 de noviembre, junto a Morales, renunciaron en bloque su vicepresidente, la presidenta del Senado, el presidente del Congreso, y el primer vicepresidente del Senado y aparentemente también la primera vicepresidenta del Congreso; todos políticos del MAS.

Con ello, la línea sucesoria recayó en la segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, quien, tras algunos días de caos, juramentó el 14 de noviembre como presidenta y tomó las riendas de un país en llamas. En adelante, el MAS denunciará que Áñez habría hecho un golpe de Estado de la mano de los militares, y la cuestionaron por gobernar desde el 10 de noviembre, antes de que el Congreso aceptara las renuncias.

Mientras tanto, los simpatizantes de Morales marcharon contra el régimen, y tras enfrentamientos con las fuerzas del orden, fallecieron al menos 20 personas en las provincias de Senkata y Sacaba. 6 días después, Jeanine Áñez convocó a elecciones para octubre del 2020. A pesar de ello, insistieron en calificar a Áñez de golpista.

¿Les suena familiar al Perú?

Tras un año de gobierno de Áñez, Luis Arce, el exministro de Economía de Morales, ganó las elecciones y asumió en noviembre del 2020. A partir de este punto, toda clase de argumentos fueron usados contra Áñez para encarcelarla, y en marzo del 2021, se ordenó su prisión preventiva por los presuntos delitos de “sedición, terrorismo y conspiración”.

Tras más de un año en la cárcel, Áñez fue sentenciada a 10 años no por estos delitos, sino por “incumplir su deber y violar a la constitución”, gracias a que Susana Rivero, quien fuera la primera presidenta del Congreso, argumentó que nunca renunció, por lo que Áñez sería una usurpadora.

Algo que parece a todas luces mentira, ya que existe un tweet en el que comparte su carta de renuncia, tweet que fue verificado por un portal boliviano a través de las huellas digitales.

El juicio de Áñez ha sido cuestionado y denunciado por la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la ONU y el Parlamento Europeo.

¿Lo motivos? No respetar los derechos al debido proceso, impedir la asistencia presencial de Áñez a sus audiencias, el uso excesivo de la prisión preventiva, el limitado número de testigos y acceso a pruebas testificales, además de la ausencia completa de neutralidad de las instituciones judiciales que han sido copadas por el MAS, como denuncian estos organismos.

El delicado estado de salud de Áñeztras meses de una prisión a todas luces arbitraria, es una de las muestras más concretas de la dictadura que se viene gestando en Bolivia, según evidencia el índice de Democracia de The Economist.

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