Lejos de todas las buenas críticas que ha recogido el retorno de Jaime Bayly a la novela —muchas de las cuales suscribo, sobre todo aquellas que hacen hincapié en el uso del lenguaje y en lo hilarante y entretenida que es «Los genios»—, en esta columna me he de permitir, primero, una crítica y, después, celebrar el triunfo del libro frente al establishment literario que ha buscado cerrarle el paso.
La crítica es hacia el estilo: uno que solía resultar acertado, pertinente al momento de marcar, o remarcar, el ritmo de sus historias. El oído de Bayly resultaba impecable en novelas como «Los últimos días de la prensa» o en las que componen su trilogía «Morirás mañana». Sin embargo, en esa ocasión, ese mismo estilo derrapa hacia la redundancia: cada pocas páginas nos encontramos con repeticiones cansinas de hechos o aspectos de la historia que ya conocemos, que al lector ya le han quedado bastante claros, pero que el autor se empeña en repetir con denuedo.
Quizá sea que, en este punto de su carrera literaria, el estilo amenaza con devorar la prosa, hipertrofiando pasajes de la novela en los que pierde puntaje. El error no es mortal, pero habría que ponerle el ojo de cara a un próximo libro.
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Ahora bien, más allá de cuestiones literarias, lo que habría que celebrar es la suma de unos cuantos factores de índole comercial, si se quiere. En principio, hacía tiempo que una novela peruana no sacudía el mercado de esta manera, convirtiéndose en un best-seller en varios países del ámbito hispanohablante en simultáneo. Es más: una novela peruana escrita por alguien de derechas, filiación que motiva instantáneamente la manifestación de anticuerpos por parte de distintos actores de la cadena del libro, desde editores hasta libreros.
Ya lo cuenta el mismo Bayly en una de sus columnas: Anagrama, a pesar de haberle otorgado el Premio Herralde en su momento, no estaba interesada en publicar el libro, como no está interesada en publicar a ningún escritor que no fuera de izquierdas. Más aún: una novela peruana escrita por alguien de derechas (hablando de redundancias) a quien no le quita el sueño abordar los que ahora se presentan como los grandes temas literarios de nuestro tiempo, léase feminismo, racismo, entre otros.
En absoluto: «Los genios» es una novela fiel a sí misma, que no busca «evangelizar» a nadie, pontificar sobre el bien y el mal. Bayly no hace concesión alguna más que a su historia: pasajes de todo calibre en sus más de doscientas páginas así lo demuestran.
Finalmente, Jaime Bayly ha escrito el libro que quería escribir, no el que «debía», y ha triunfado, y lo sigue haciendo, demostrando en el camino lo que muchos escritores ya sabemos, pero que no nos atrevemos a decir en voz alta: que las cuestiones políticamente correctas no son más que un lastre al momento de sentarse al teclado, que producen novelas «asépticas», insípidas, que se leen por pose y no por gusto. Un verdadero triunfo del tercer genio en esta historia.
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