Antes de la llegada de los españoles, los pueblos prehispánicos, como los Incas, representaban su cultura y cotidianidad a través de la cerámica y los textiles. Estas expresiones carecían en general del humor satírico, limitándose a convertirse en un registro histórico importante. Más adelante, durante el virreinato, la Iglesia Católica usó iconografía religiosa en pinturas y esculturas para evangelizar, difundir su mensaje e incorporar símbolos cristianos en elementos nativos. Sin embargo, aunque la censura y el control de prensa limitó la libertad de expresión, hubo algunas imágenes gráficas que mostraban una sutil crítica a las autoridades coloniales y reflejaban la desigualdad social de la época.
Desde que empezaron aparecer , en el siglo XIX, las caricaturas peruanas se han convertido en un eficaz medio de comunicación y conocimiento público del acontecer político y social del país. Estos dibujos iban más allá del mero entretenimiento y asumían un papel incluso informativo. A través de ingeniosas caricaturas, la población conoció los ideales de libertad y justicia que representaba, para muchos, la independencia del Perú y las diversas disputas que ha tenido el país. Además, la crítica satírica de estas imágenes ayudó a reflexionar sobre las debilidades de la sociedad. En tiempos de inestabilidad política y conflictos internos, los caricaturistas encontraron la oportunidad de expresar sus opiniones y denunciar las injusticias.
TE PUEDE INTERESAR: El cine y la sátira política
Recientemente, la caricatura peruana ha encontrado su lugar en la era digital. La llegada de Internet y las redes sociales ha impulsado el renacimiento de este arte. Los caricaturistas modernos han logrado mantener viva la tradición y conectarse con un público más amplio y diverso. Hoy, la caricatura peruana ha experimentado una fascinante evolución a lo largo del tiempo, pasando de un medio tradicional impreso en papel a un fenómeno moderno y viral: el meme. Sin embargo, esta transición también trae desafíos. La inmediatez y la brevedad de un meme pueden simplificar la complejidad de una historia. Además, la viralidad de estas imágenes puede dar lugar a desinformación o mala interpretación si no se contextualiza adecuadamente.
La caricatura muestra un lado pícaro del arte que no pretende ser sublime y admirado; sino ser duro, violento y romper las barreras de lo políticamente correcto. La caricatura exagera hechos y personajes para llevarnos a la reflexión, la cual debería ayudarnos a mejorar como sociedad, restableciéndose el juicio entre lo bueno y lo malo.
En ILAD defendemos la democracia, la economía de mercado y los valores de la libertad.
Síguenos en nuestras redes sociales: bit.ly/3IsMwd8

Reportera gráfica e ilustradora