Para tener un Estado hay que tener contribuyentes y para tener contribuyentes hay que tener formalidad, pero para tener formalidad tienen que existir incentivos.
Por casos que uno conoce en el ejercicio del derecho, las empresas formales tienen sobre sí una presión y fiscalización tal que quiebran o son cerradas. El Estado no solo las exprime, tampoco les da seguridad, por lo que tienen que cerrar por una o por otra.
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Decir que el Estado debe ser más grande llama a una economía del control y la regulación, tanto como a la construcción de brazos ejecutivos en todos los niveles y diversidad de agendas, brazos que en el Perú no funcionan.
El Estado, no obstante, quiere crecer y al crecer presiona sobre los tributos de los pocos que pagamos. No hay lonche gratis, todo tiene un costo. Una comisaría no la crea la maquinita, tampoco una posta. Las crean tus impuestos, esos que pagas para alimentar la planilla del MTC, de los municipios, de la SUNAT, de Sunafil y otras entidades que te saltan al cuello con multas que no podrás pagar, teniendo todas las de perder en la instancia administrativa.
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No es razonable pedir más Estado y más reglas. La demanda es más concreta: más postas y hospitales equipados, más patrullas y policías, más escuelas. El desarrollo lo hace la inversión, más precisamente la inversión que tributa.
¿Estado grande? Mientras le cae fiscalización a un pequeño empresario, sus tributos terminan en el organismo que terminará por ahogarlo.
Abogado y escritor
