Cultura

Liberalismo y orden | Opinión

La vida es una, el proyecto de vida es otro porque todo plan es una visión sin contingencias, una miopía absoluta. El Tao de Lao-Tse (seis siglos antes de Cristo), al Tratado del gobierno civil de Locke, la concepción liberal de Mill, el significado de la propiedad en Aristóteles, Popper a Isaiah Berlín en su diversidad tolerante, el orden espontáneo de los economistas austriacos, los principios de Jefferson y Franklin definiendo la libre búsqueda de la felicidad, son, como tantas más vertientes del pensamiento universal, la base de la libertad.

El liberalismo no trata del deber, que es un concepto moral y jurídico, sino de la expansión libre de la voluntad. Pueda ser que te desvíes, que las cosas no hayan salido como esperabas, no se trata del resultado, sino de la partida. El liberal no defiende el deber, pero tampoco la realización de la meta, defiende que no existan obstáculos humanos en el camino a la realización de los sueños.

La libre planificación de la vida es un derecho en sí mismo, es la esencia de la libertad, que es decisión propia, aunque sea errática la vía y culmine en el error.

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El Tao, la “primera obra liberal”, no es dejar de tener sueños e ir tras ellos, es no tensarse, un “dejarse llevar sin ley ni compulsión, una situación en la que los hombres conviven en armonía”, “el hombre sabio deja que las cosas sigan su curso natural” (Tao te king). El taoísmo es la primera versión del liberalismo, una que nos preserva del poder estatal o de terceros. Yo elijo el camino, trato, pero lo demás lo hace el viento o la serendipia.

Hay en el Tao una suerte de liberalismo místico, un dejarse llevar o un confiarse en las manos de Dios como en una versión providencialista del cristianismo, que es también serena aceptación, como en el estoicismo. Como en el liberalismo, la armonía taoísta es la no agresión. En el confucionismo, su “antagonista”, las discusiones giran en torno al deber ser como en los griegos, una discusión ética, que solo puede tener una raíz práctica, nunca metafísica.

Las virtudes ciudadanas o el deber no pertenecen al pensamiento liberal, por lo que el liberalismo es un pensamiento incompleto en una república que se pretenda como tal. El liberalismo, finalmente es una utopía personal y colectiva si no se complementa con el orden conservador, que busca que la vida como tal, la democracia, el derecho y la libertad no se destruyan. El orden existe porque existe el mal, la violencia preserva el derecho, lo que hace viable la libertad.

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