Hola a TODOS. Uso la palabra todos porque desde su origen hace milenios, las lenguas latinas han utilizado el lenguaje genérico, que incluye a todas las personas, independientemente de su sexo.
Hoy en día, la mayoría de hispanohablantes se sienten totalmente incluidos por palabras como ‘todos’, ‘ellos’ o ‘los’. Pero hay una pequeña minoría, principalmente en las élites sociales, que cree que este lenguaje debe ser reemplazado por uno más “moral”, que llaman “lenguaje inclusivo”.
Argumentan que el hecho de que el lenguaje neutral coincida con el masculino, lo convierte en una forma de expresión sexista y excluyente, que dificulta la igualdad entre los géneros. Pero, ¿cuál es la evidencia de esta afirmación? ¿No es el lenguaje “inclusivo”, más bien, el que excluye a más personas?
Cambiar la o por la x, generar nuevos pronombres, condenar ciertas palabras y generar otras nuevas, es un cambio que no viene de manera aislada. Sabemos que el uso de palabras como “todes” es parte de un marco ideológico más amplio. Si vamos a cambiar el idioma, al menos reconozcamos qué tipos de ideología estamos respaldando. Aquí algunos ejemplos:
1.- La Universidad de Stanford publica un acta para la eliminación del “lenguaje dañino” en sus comunicaciones oficiales. En vez de la palabra abuelo, por ejemplo, deberíamos usar la palabra “legado”, pues abuelo se asocia con el racismo, según Stanford. Otras palabras, como “valiente”, deberían ser eliminadas por completo, ya que re-afirman estereotipos de raza y de género.
2.- El Center for Control Disease, cambió la palabra breastfeeding por chestfeeding para incluir a las personas que, según ellos, pueden dar de lactar aún siendo hombres y no teniendo senos.
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3.- En Canadá, la ley C16 permite criminalizar a alguien por no usar los pronombres preferidos de la otra persona.
4.- En España, la ley trans prevé que los adolescentes de 16 años puedan iniciar su cambio de sexo legal y quirúrgico sin la aprobación de sus padres y sin ningún certificado psicológico o médico. En España también se ha pedido re-escribir la Constitución con lenguaje inclusivo. En este mismo país, hay ya numerosas personas de sexo masculino en prisiones para mujeres, pues lo único que hay que hacer para cambiarse de género es pedirlo en la municipalidad.
5.- Alberto Fernández, el presidente de Argentina, también defiende esta neolengua diciendo que: “Éste es un acto político que no tiene nada que ver con la gramática.” Y agrega: “No es un problema de idioma, es un problema de que todos se sientan interpelados. Todes se sientan interpelades.”
6.- Según videos institucionales de la Clínica de Niños de Boston, los niños pueden saber su identidad de género desde que nacen. Este hospital está rankeado por U.S News como el segundo mejor hospital de niños en Estados Unidos. También en este país se empieza a hormonar a niños desde los 8 años con bloqueadores de pubertad. Estos niños, a causa de haber expresado dudas sobre su género, empiezan a recibir Lupron, algo gravísimo, ya que es una droga previamente usada para la castración química de agresores sexuales. Estos fenómenos culturales parten exactamente del mismo lugar que el lenguaje inclusivo: la teoría de que el género depende solamente de la identidad subjetiva de cada persona.
Claramente, no estamos hablando simplemente de una letra que reemplaza a otra, sino de un proyecto político de gran escala. Tendríamos que ver si todo lo mencionado es realmente positivo para las minorías y para la sociedad en general, antes de empezar a cambiar unas letras por otras.
En teoría, este proyecto político busca generar una sociedad más inclusiva, pero, ¿realmente ayuda? Veamos la evidencia empírica. Más de la mitad de los idiomas del mundo no tienen género gramatical. Es decir, que no existe distinción entre lo y la, entre todos y todas. Teóricamente, esas sociedades deberían llevarnos gran ventaja en temas de igualdad de género, ¿verdad? Estamos hablando de Turquía, China, Irán, Armenia, Hungría, entre otros. Muchos de estos países son realmente patriarcales, no solo en la experiencia de algunas personas, sino en su estructura jurídica y política. Países que, como Irán, oprimen más a las mujeres y a las minorías que cualquier país occidental. Se podrá decir que el lenguaje es solo una de las muchas cosas que deben cambiar, pero pregunto: ¿no será entonces mejor enfocarse en cambios que tienen un resultado positivo comprobable?
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Escritor y filósofo