Cultura

Órganos y tejidos fetales: el verdadero negocio de Planned Parenthood

Bajo la bandera de la lucha por los derechos de la mujer, la industria del aborto ha recaudado miles de millones de dólares por la venta de órganos fetales y la experimentación científica con material humano.

Este ilegal negocio quedó evidenciado hace unos días cuando la congresista norteamericana Marjorie Taylor Greene y el fundador del Center for Medical Progress, David Daleiden, presentaron testimonios y videos en el congreso de EE.UU. en donde se puede apreciar el verdadero interés de Planned Parenthood, la clínica de abortos más grande del mundo.

Los videos reproducidos fueron entrevistas y conversaciones grabadas entre el 2014 y 2016, cuando David Daleiden realizó una investigación encubierta que llamó “Human Capital”, en la cual pudo acercarse a Planned Parenthood haciéndose pasar como el director de una compañía interesada en el negocio de obtención de tejido fetal.

En ellos se muestran a médicos, altos ejecutivos y empleados de Planned Parenthood explicando cómo destrozan al feto por partes, arrancándoles primero las piernas para no dañar los órganos, e incluso admitiendo que en algunos casos los extraen vivos para luego aplastar su cabeza una vez fuera del cuerpo de la madre, con la finalidad de poder vender las partes, órganos y tejidos de forma íntegra.

El mercado negro sin duda es la principal vía en dónde se venden los órganos fetales. Sin embargo, según la evidencia presentada, empresas privadas como DaVinci Biologics, Novogenics y algunos centros de estudios profesionales también son grandes compradores de tejidos fetales obtenidos en las clínicas abortivas.

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Un ejemplo de ello es el “Acuerdo de Transferencia de Materiales Biológicos” que tiene la Universidad de California en San Diego con Planned Parenthood, mediante el cual se establece que la clínica le da acceso a tejido fetal y placentario a la universidad a cambio de los derechos sobre patentes y propiedad intelectual desarrollada experimentando con ellas.

El gobierno de Estados Unidos lejos de luchar contra el tráfico de tejidos y órganos fetales, financia y protege a las organizaciones que buscan lucrar con ellos.

Este es el caso de la Universidad de Pittsburgh, la cual recibió casi 3 millones de dólares de fondos federales para convertirse en un centro de tejidos fetales humanos, los cuales incluyen muestras que van desde las seis a las 42 semanas de gestación, a pesar que un bebé se considera que está a término a las 40 semanas.

Pero no solo incentiva este tipo de negocios, sino que también persigue a todo aquello que vaya muy lejos en sus investigaciones contra ellas. Cuando David Daleiden publicó los videos referidos en su página web, la entonces fiscal general de California y hoy vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, allanó su domicilio, confiscó horas de investigación y junto a Planned Parenthood presentó una demanda en su contra.

En el 2019 Daleiden perdió el juicio y fue condenado a pagar 2.2 millones de dólares a Planned Parenthood. Apeló la sentencia, pero esta fue rechazada en el 2023 por la Corte Suprema de EE.UU.

Esto solo es el inicio. El pasado 4 de abril el juez Orrick, quien ayudó a abrir, dirigir y financiar una clínica de Planned Parenthood ordenó que Daleiden retire los videos que se mostraron en la audiencia pública del Congreso.

Daleiden, al igual que su equipo y el resto de personas que ayudan a desenmascarar a estas compañías son héroes dispuestos a sufrir los ataques de Planned Parenthood y de cualquier otro traficante de órganos fetales con tal de salvar las vidas de los niños por nacer y que cada vez más personas conozcan la verdad.

Sin duda el tráfico de órganos y tejidos de los seres humanos más indefensos es el precio de la pañoleta morada que grita por el “derecho al aborto.” Para las clínicas abortistas las mujeres somos un medio y no un fin. Mientras estemos dispuestas a asesinar a nuestros hijos y regalarles sus órganos, partes y tejidos, esas carnicerías seguirán mostrando “sororidad” con nosotras para llenar sus bolsillos de millones de dólares.

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