Política

¿La OEA ha dejado de defender la democracia representativa? | Opinión

El 30 de abril de 1948, representantes de veintiún países americanos firmaron en Bogotá la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA), documento fundacional de esta institución. Desde su preámbulo, este instrumento menciona que “la democracia representativa es condición indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región”. Más adelante, en el artículo 2, se incluye dentro de los propósitos esenciales de la OEA el “promover y consolidar la democracia representativa (…)”.

En los años siguientes, se suscribieron más acuerdos y declaraciones orientadas a dicho objetivo. Finalmente, el 11 de septiembre del 2001, se suscribió en Lima la Carta Democrática Interamericana, instrumento que describe la democracia representativa al mencionar sus elementos esenciales: respeto de los derechos fundamentales, elecciones libres, multipartidismo, separación e independencia de poderes, etc.

Teniendo presente lo anterior, cabe preguntar si la OEA cumple hoy en día con aquel propósito esencial mencionado en su carta fundacional. Veamos, el año pasado el gobierno de Pedro Castillo invocó la activación de la Carta Democrática Interamericana. Curioso, ¿no? Un presidente que llegó al poder con un partido marxista-leninista, vinculado a Sendero Luminoso, aliado de las dictaduras socialistas hispanoamericanas, invocando un instrumento de protección de la democracia representativa.

Lo más escandaloso fue que el Consejo Permanente de la OEA expresó su “solidaridad y respaldo” al gobierno de Pedro Castillo. Y luego siguió el informe del “Grupo de Alto Nivel” enviado al Perú, donde se manifestó “preocupación” por las acciones de la oposición en el parlamento (actos totalmente constitucionales), y se mencionó “el racismo y la discriminación” contra Castillo y “el retroceso en las políticas de igualdad de género”. Bueno, seis días después Pedro Castillo dio un golpe de Estado y, por suerte, acabó preso. Lo que siguió es historia conocida: bloqueos, destrucción y disturbios en defensa de Castillo, vandalismo generalizado exigiendo el cierre del Congreso y la convocatoria a una asamblea constituyente, decenas de muertos…

Ante el escenario descrito, ¿la OEA se ha posicionado claramente en defensa de la democracia representativa?

El informe emitido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ni menciona este concepto y propósito esencial, y la sección titulada “Nuevos riesgos para la democracia” puede resumirse así: “el congreso es el culpable de todos los males”.

El informe habla, además, de “estigmatización”, “terruqueo”, “racismo estructural”, “enfoque de género” y “modelo extractivista”, sin enfocarse en el accionar de movimientos y partidos con proyectos políticos antidemocráticos, precisamente, los grupos chavistas y castristas que llevaron a Castillo al poder, y que promovieron disturbios exigiendo una asamblea constituyente que les permitiera imponer un modelo chavista en el Perú.

Si bien la CIDH reconoce que Castillo rompió el orden constitucional, su enfoque y narrativa es más adversa a los sectores que se opusieron a su gobierno que a quienes buscaron, y aún buscan, desmontar el sistema constitucional del país, reemplazando la democracia representativa por modelos alternativos y antidemocráticos de “democracia”, propios del socialismo del siglo XXI.

Acá caben varias preguntas: ¿los funcionarios de la OEA y los representantes designados por los Estados miembros creen en la democracia representativa? ¿Saben en qué consiste? ¿Son plenamente conscientes de su relevancia en el marco de la OEA? ¿Cuál es el perfil ideológico o político de quienes suelen integrar esta clase de organismos? Considero que sería interesante una investigación académica o una tesis que responda a tales interrogantes.

Al margen de ello, no creo que la raíz del problema sea la OEA, ni que se deba salir de la CIDH, las instituciones están bien. El gran problema está en las personas que las desprestigian, y la solución pasa por enderezar la conducción del sistema interamericano, no por abandonarlo. La defensa de la democracia representativa requiere de la lucha por las instituciones que tienen como fin protegerla.

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