En una democracia no solamente es nuestro derecho cuestionar algo del Estado que esté marchando mal, sino que es nuestra obligación. En ese sentido, si no nos dejan cuestionar que tenemos demasiados ministerios, ¿cómo podremos ir mejorando el aparato estatal? Se supone que así es como en democracia vamos perfeccionando la forma como hacemos las cosas, como solucionamos los problemas. Pero pretenden impedirnos que lo hagamos.
Es curioso cómo vivimos en una época en la cual los fervientes admiradores de todo lo que implique hacer crecer el Estado ya ni se preocupan por ocultar su falta de objetividad y atacan sin argumento alguno a todo aquel que cuestione si tiene sentido que tengamos una docena y media de ministerios. Muy por el contrario, están en constante campaña para que haya más. Por ejemplo, hasta hace poco era una posibilidad bastante probable que terminemos con uno adicional, el de ciencia y tecnología.
Como si tener más ministerios solucionase algo. Por ejemplo, ¿tener Ministerio de Educación ha solucionado la problemática de la educación de mala calidad en el Perú? ¿O, por el contrario, ha empeorado la situación? Yo me inclinaría a pensar que el Ministerio de Educación es parte del problema. Claramente es el eslabón más débil que se rompe cada vez que el Sutep aplica presión. Ahí es que se decide aligerar las evaluaciones, por ejemplo. O donde se decide que se usarán tales o cuales textos educativos.
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El Ministerio de Educación resulta siendo la central desde la cual se institucionaliza la defensa al problema. Así es cómo, desde ahí, se prioriza el bienestar de los docentes -buenos o malos, ya no importa-, por encima de la preocupación del futuro de los niños. Se prioriza la difusión de conceptos que muchas familias consideran impropios, pero por ideología de los que toman las decisiones, se termina imponiendo en las escuelas. En ese sentido, esa ideología está por encima de la libertad de las familias de elegir si ese contenido es adecuado para sus hijos.
Algo similar sucede con el Ministerio de Cultura, altamente burocratizado y tan poco efectivo en cumplir su misión. ¿O alguien va a sugerir que la aplicación de la ley de consulta previa -en manos de esa cartera- es eficiente y ha obtenido el añorado sueño de una minería que no choca con las comunidades? ¿O que el patrimonio histórico peruano está en dinámicas manos que lo ponen en valor? ¿O que ha logrado sacar adelante una industria cultural sostenible que seguiría creciendo si es que el Ministerio de Cultura dejase de inyectar recursos de distintas maneras?
Entonces, si vivimos en un país en el que los ministerios son resultados de negociaciones políticas, antes que análisis técnico y prospectiva especializada, ¿tiene sentido cuestionar el tamaño de los ministerios? Pero por supuesto. Y el hecho de que la mera sugerencia de repasar la necesidad de tantas carteras genere ese ataque tan agresivo en redes sociales evidencia que era doblemente necesario.
Cualquiera que haya tenido que tratar directamente con un ministerio peruano sabe perfectamente que todos ellos están pidiendo a gritos una reingeniería profunda. Negarlo es poco serio. No obstante, ¿por qué no se hace? Bueno, pues, quizás porque ante la mera sugerencia de debatir la posibilidad saltan agresivamente a atacarte, una táctica tan efectiva para espantar a los técnicos que saben del tema. Y así nos tienen por décadas con una maquinaria estatal ineficiente que no soluciona nada, pero que paga grandes cantidades a consultores que tampoco proponen alternativas verdaderas. Parte del ciclo de la vida en este país.
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Economista