Corren tiempos que parecen escritos por Orwell y Huxley. Discursos predominantes y una gran represión de pensamiento, represalias para aquellos que alcen su voz en contra de lo políticamente correcto y tiranos autoritarios que se enquistan en el poder amparados por coloridas banderas de “justicia social”, son solo algunos de los síntomas de nuestra sociedad actual.
Sin embargo, hoy quiero tratar sobre un componente añadido a esta fórmula, que alarma por su constante y creciente presencia en los países occidentales: la delincuencia.
Y escribo sobre este preocupante tópico motivado por el sentimiento de impotencia que me causó leer sobre los casos que contaré a continuación. Una impotencia que es consecuencia de la impunidad con la que cuenta la delincuencia en los países que se rigen bajo partidos socialistas.
En Argentina, una mujer de 71 años fue golpeada y amenazada de muerte dentro de su domicilio. Hecho que ocurriría tras el allanamiento de la morada por una banda de ladrones conformada por Marcelo Ismael Arévalo (39) – que estaba bajo arresto domiciliario -, Pablo Martín Monteros (40) y dos menores de 12 y 14 años.
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El video de las cámaras de seguridad de la vivienda muestran como los perpetuadores aparcan el vehículo en la entrada de la esta, forcejean la cerradura de la puerta, disparan al perro para callar sus ladridos, amedrentan a la hija de la señora que buscaba esconderse en una habitación para pedir ayuda y, posteriormente, la parte más desgarradora del video.
Los delincuentes ingresan a la habitación de la señora, que se encontraba en un estado de shock ante lo que sucedía, y proceden a golpearla con la culata del arma. Con esto, la señora cae rendida al suelo donde, no contentos con lo que ya habían hecho, la arrastran por el suelo tirándole de los pelos. Todo mientras le exigían “los dólares”.
En España, el Ministerio de Igualdad de la progresista Irene Montero, que es uno de los ministerios con mayor presupuesto, ha vuelto a ser el foco de atención.
La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ha hecho público – aunque de manera discreta – los datos estadísticos que muestran la relación entre la procedencia del perpetrador y la cantidad de feminicidios cometidos.
La tabla en cuestión muestra que del total de casos, el 45.2% es cometido por extranjeros, que tan sólo representan el 12.63% de la población española. Esto sin tener en cuenta cuántos de los españoles que figurarían en el otro 54.8% son en realidad extranjeros que previamente consiguieron la nacionalidad.
Además, las cifras para el tercer trimestre del año (42) se encuentran cerca de las de final del año pasado (49). Es decir, se ha dado un incremento en estos crímenes pese a que el ministerio cuenta con más presupuesto, presupuesto que ha permitido la promoción de reforma de leyes (“solo sí es sí”) y el lanzamiento campañas millonarias – evidentemente ineficientes, como anticipamos muchos – durante la gestión de Montero.
Estos son tan sólo dos casos que evidencian el malestar de occidente. Una inseguridad que parece crecer a ritmo exponencial en diferentes sectores de la sociedad y sin un freno a la vista.
Una inquietud que es consecuencia de la decadencia de valores, el constante ataque a las instituciones bases de la sociedad y una degeneración cultural que, desde hace ya unos años, viene disfrazándose de progreso y desarrollo.
Un mal que encuentra sus raíces primeras en la educación. Y que, por lo tanto, si realmente se desea erradicar, se debe atender a esta con la misma – si no es una mayor – atención que la que se le presta a las consecuencias visibles en el día a día.
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Estudiante de economía
