Nuestras sociedades están experimentando dos especies de movimientos: El de arrastre y el de resistencia. Mínimamente, diremos que el movimiento de Arrastre está relacionado con esa tendencia de los miembros que componen la sociedad, de someterse voluntariamente a toda teoría novedosa y obedecer de manera irreflexiva a toda nueva corriente de pensamiento. Por eso, en este movimiento, el juicio se estanca, el buen criterio se pulveriza y la inteligencia se pervierte. Sin entrar en especificaciones y estableciendo obligadas diferencias, este movimiento tiene parentesco con los razonamientos finamente expuestos por el jurista del siglo XVI Étienne de La Boétie, en su libro Discurso sobre la servidumbre voluntaria.
La otra especie de movimiento es de Resistencia. Esta es consecuencia de haber examinado las numerosas ideologías dominantes de nuestro siglo, y producto de esta examinación detenida, haber comprendido que la desnaturalización de la familia como institución fundamental, la extirpación del ser humano de su lugar natural vital (el vientre materno), el subjetivismo moral, y la rebelión contra lo sagrado y tradicional, no pueden producir nada bueno. Como el desbordamiento de la insensatez en la configuración de la sociedad, se torna apabullante, nos toca intervenir, resistir, combatir y reaccionar. Por tanto, en nosotros, el movimiento preponderante es el de Resistencia.
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Encuentro acertado pensar la batalla cultural a la luz del Bolero de Ravel. En la obra musical de Maurice Ravel, los instrumentos se incorporan lenta y armoniosamente a la melodía, acrecentando así la belleza de la pieza musical. Precisamente en ese crescendo orquestal, donde los demás instrumentos se integran al ritmo, perfeccionando la melodía, está la particularidad del Bolero. Esta ingeniosa composición musical, que transmite ímpetu y entusiasmo, se puede vincular con la batalla cultural.
La continua incorporación de instrumentos a la melodía, tiene similitudes con nuestra batalla, pues espíritus ardientes, atraídos por la defensa de la verdad, la belleza y el bien; así como fértiles inteligencias, atraídas por el pensamiento disidente, se van incorporando a las filas de un movimiento que reacciona contra una modernidad que todo lo pervierte.
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Lic. en Ciencia Política
