Para Borges los libros en coautoría con mujeres –de las que en el fondo estaba enamorado– era una forma de establecer un vínculo matrimonial con ellas.
De María Esther Vásquez –con quien publicó dos libros, uno sobre literatura inglesa y otro sobre literaturas germánicas medievales– estuvo muy prendado, incluso le pidió casarse con él. Vásquez lo rechazó muy amablemente porque lo veía como un maestro y no como un amante. Borges, envuelto en el rechazo, fue al dentista para arrancarse el dolor con otro más fuerte: el de los dientes.
A Alicia Jurado la cortejó con la timidez que lo caracterizaba. La seducía con el mar de erudición literaria que él manejaba, y ella se sentía feliz con ello. La Jurado, una mujer inteligente y delicada, compartía lecturas con él, y hasta dictaron una conferencia juntos. Ella escribió la primera biografía sobre Borges (Genio y figura de Jorge Luis Borges, 1964) y terminaron siendo grandes amigos.
Estela Canto se portó mal con él, vendió el manuscrito de El Aleph por necesidad y escribió un libro sobre ese amor fallido, Borges a contraluz (1989). Con Betina Edelberg, una poeta que atrajo mucho a los hombres, publicó una introducción a la obra de Leopoldo Lugones. Según María Esther Vásquez, Borges quedó hechizado con ella.
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Borges usaba esa estrategia de la coautoría con las mujeres para tenerlas cerca y compartir horas de trabajo.
Con Esther Zemborain de Torres Duggan publicó Introducción a la literatura norteamericana (1967). Y con Margarita Guerrero, de la que menos se sabe, escribió El “Martín Fierro” (1953) y El libro de los seres imaginarios (1967). La última conocida es María Kodama, con quien publicó Breve Antología Anglosajona (1978). Borges, tan deseoso de amor, pero para nada correspondido.
En realidad, a estas coautoras les regaló parte de su fama. Todas ellas conviven en este volumen de sus Obras completas en colaboración (Emecé, 1997) que, como ha escrito María Esther Vásquez en Borges, esplendor y derrota (1996), son incompletas porque no aparecen los libros en colaboración con Delia Ingenieros y Silvia Bullrich.
Borges alguna vez confesó que «con toda tristeza descubro que me he pasado la vida entera pensando en una u otra mujer». El escritor argentino, a quien creían frío, era muy apasionado; le dedicó Two English Poems (1934) a Beatriz Bibiloni, hija de un mallorquín: «Te puedo dar mi soledad, mis tinieblas, el hambre de mi corazón; estoy tratando de sobornarte con la incertidumbre, con el peligro, con la derrota…».
Pero la mujer más importante de su vida fue, Leonor Acevedo, su madre. A ella estuvo muy apegado. Ella fue la que verdaderamente lo conoció.
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Comunicador social y crítico literario