El pasado 13 de marzo el servicio de salud británico anunció la prohibición del uso de bloqueadores de pubertad en menores de edad, sumándose así a Suecia y Finlandia que también han dado marcha atrás en sus leyes trans por los catastróficos resultados. Esta es una de las desastrosas consecuencias que se derivan del concepto “género” y la definición de la identidad a partir de la autopercepción.
41 mil eventos adversos. Coágulos sanguíneos, reducción del coeficiente intelectual, esterilidad, comportamientos suicidas, supresión del desarrollo de la densidad ósea, entre otros son solo algunos de los efectos secundarios que se pudieron encontrar en los estudios sobre las consecuencias de los bloqueadores de pubertad; sin contar las 6370 muertes asociadas a los medicamentos suministrados por las “clínicas de género”.
La transición farmacológica no es un tema fácil de entender, y mucho menos para un niño o adolescente, pero los países que tienen políticas afirmativas de género pretenden que los menores entiendan que se someterán a medicamentos análogos a la hormona libertadora de gonadotropina y hormona acción cruzada para contrarrestar las hormonas ligadas al sexo con la finalidad de reducir drásticamente sus niveles de testosterona y estrógeno en el cuerpo.
Inglaterra, así como los países que han adoptado el “enfoque de género” y la “identidad de género” como política pública, ofrecía esta transición como la única salida a la sensación de inconformidad género-sexo que sentían los niños y adolescentes, sin explorar si es que existían problemas precedentes y/o si existían otras alternativas satisfactorias. Sin embargo, en el 2022 tras el cierre de la Clínica Tavistock por varias denuncias de afectados y empleados sobre los tratamientos de cambio de sexo a menores, el gobierno inglés decidió realizar un meticuloso estudio en el cual concluyó que durante casi 20 años Tavistock facilitó tratamientos hormonales y quirúrgicos a menores que en realidad no los necesitaban.
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El informe certificó un insólito incremento del número de pacientes derivados a la clínica: pasaron de 250 en los años 2011-2012 a más de 5.000 en los años 2021-2022. De todos esos casos, el enfoque afirmativo de género hizo que la mayoría de niños y adolescentes reciban desde la primera consulta bloqueadores de pubertad relacionados con el luprón (leuprolide y triptorelina) que, según la FDA, es un medicamento utilizado para las castraciones químicas de los delincuentes sexuales.
Es irónico cómo los activistas de la agenda progresista se rasgan las vestiduras diciendo que las niñas no son los suficientemente maduras para tomar la decisión de ser madres, pero sí pueden tomar la decisión de someterse a tratamientos fármaco-quirúrgicos agresivos.
Según los estudios publicados por Child and Adolescent Psychiatric Clinics, Deutsches Arzteblatt International y otros, las terapias de afirmación de género tienen baja calidad de evidencia científica debido a la inmadurez de la identidad sexual de los menores, por lo que no es posible hacer un diagnóstico preciso ni saber si esa situación persistirá en el tiempo en tanto que hay evidencias que más del 70% de jóvenes supera la disforia de género por su cuenta sin recurrir a medicamentos agresivos.
Aún con todo esto, es difícil saber cuántas personas se arrepienten de su transición. Los activistas trans suelen negar su existencia y el establishment de la salud mental parece no querer saber de ellas. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales, la disforia de género no tiene especificaciones de remisión, por lo que no es posible documentar a un paciente detransicionado. ¿Quién ve las consecuencias de estas terapias? ¿Quién se preocupa de los menores luego de someterse a estos tratamientos?
Los medios de comunicación venden su alma y reputación por encontrar un estudio que tenga como resultado una mejora en la salud mental de las personas sometidas a cirugías de reasignación de sexo. Este es el caso del American Journal of Psychiatry, el cual tuvo que modificar sus publicaciones para admitir que los resultados de sus investigaciones no demostraron ninguna ventaja de la cirugía debido a que en las visitas médicas posteriores de los pacientes persistía el trastorno de ansiedad y los intentos de suicidio.
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Aunque no es posible saber cuántas personas se arrepienten, cada vez existen más casos conocidos de personas que condenan a los médicos que les sugirieron iniciar una transición hormonal o quirúrgica. Cari Stella y Max Robinson son solo algunos ejemplos, pero sin duda el caso que más sonó en Inglaterra y significó un punto de inflexión sobre el enfoque afirmativo fue el de Keira Bell, una joven que cuando tenía 14 años fue derivada a los bloqueadores de pubertad para convertirse en un “niño.”
Años después de su transición, Keira se dio cuenta que seguía teniendo problemas de angustia y disconformidad, los cuales estaban relacionados a traumas y problemas de su infancia y no a una supuesta disforia de género. Años después, Keira demandó y ganó el juicio contra la clínica que llevó a cabo su cambio de sexo por la forma en que obtuvo su consentimiento para tratarla siendo menor y por no cuestionar su decisión mediante un examen psicológico previo.
Toda esta evidencia muestra que el concepto de “género” que hoy promueven para los escolares peruanos no es inofensivo, sino que a todos estos niños y adolescentes le ha causado un daño irreparable.
Por esa razón, los países pioneros en las políticas trans están arrepintiéndose y revisando sus propias posiciones afirmativas en favor de alternativas no invasivas para mejorar la angustia de los menores, empezando por la evaluación psicológica, la espera atenta, la psicoterapia y el consentimiento debidamente informado.
A muchas personas transicionadas les hicieron creer que no estaban solas y que si en algún momento se arrepentían de su decisión podían detransicionar con acompañamiento y sin afectación biológica alguna. Lamentablemente los daños son irreversibles y han sido abandonados por las personas que alguna vez les prometieron la felicidad plena con un “cambio de género.”
Inglaterra es hoy el caso que llama a la reflexión sobre las consecuencias reales de la ideología de género. Ojalá que Perú y otros países puedan seguir sus pasos y resistirse a estas crueles políticas contra los menores de edad.
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Bachiller en derecho