No es una sorpresa que Venezuela haya estado en el centro de la atención internacional después de su gira por Pekín, en un intento por frenar la crisis económica de los últimos años. Nicolás Maduro y su homólogo chino, Xi Jinping, se reunieron el pasado miércoles 13 de septiembre en el Gran Palacio del Pueblo, escenario de un nuevo acuerdo bilateral entre ambas naciones. Esto después de que China fuera criticada por mostrar su apoyo al gobierno de Maduro, uno de los más polémicos y controversiales del siglo XXI en lo que respecta a violaciones de derechos humanos y abusos de poder de un gobierno ilegítimo.
El propósito de esta gira, se fundamenta en la búsqueda de financiamiento para Venezuela, donde además de reunirse con Xi Jinping, Maduro tuvo un encuentro con la expresidente de Brasil y actual presidente del Banco de Desarrollo de los BRICS, Dilma Rousseff. Esta última manifestó en nombre del bloque de economías emergentes su apoyo a Venezuela, quien es considerada una nación socia, aliada y amiga. De este modo, queda en evidencia nuevamente la intención de los BRICS de formar una alianza anti occidente con un enemigo en común, Estados Unidos; esto a partir de los Estados miembro del bloque, que se caracterizan por contar con un enfoque autoritario en la gestión de sus gobiernos. Ahora más que nunca, siendo también la fuente financiera de una Venezuela socialista que quedó en la quiebra a manos del chavismo.
Es así, que China se ha convertido en el principal prestamista de la nación caribeña desde 2007, cuando Hu Jintao y Hugo Chávez acordaron cerca de 50.000 millones de dólares para el desarrollo de infraestructuras, donde Venezuela amortizó parte de la deuda con envíos de petróleo que actualmente se encuentran en decadencia. No obstante, las relaciones entre ambas naciones se vieron en un periodo de enfriamiento a partir de la asunción del dictador Nicolás Maduro a la presidencia de Venezuela, esto a causa de las constantes sanciones y críticas de la comunidad internacional contra este, donde se le acusa de atentar contra los derechos humanos y el orden constitucional del país.
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Esta reunión tuvo efecto en un periodo de tensiones entre Estados Unidos y China, el cual podría ser uno de los motivos de Xi Jinping por fortalecer su poderío económico y su influencia internacional al restablecer conversaciones con Venezuela. Además, la iniciativa de este encuentro parte desde el lado chino cinco años después de su última reunión, siendo notorio su interés por revitalizar sus relaciones bilaterales.
En ese sentido, ¿cómo se debe entender este acercamiento entre Venezuela y China en un contexto de tensión para Estados Unidos?
Este acontecimiento no es más que una estrategia de Pekín, por sumar fuerzas en la lucha por el control mundial, donde el aporte venezolano no es únicamente orientado a los recursos minerales que este ofrece, sino también en un aspecto geográfico. Donde Pekín y Moscú, en su intención por derrocar la hegemonía norteamericana, ya están planeando estrategias militares a lo que podría significar un conflicto armado entre potencias, intentando replicar lo ocurrido en Cuba durante la Guerra Fría, con la crisis de los misiles. Es claro, que China no busca una guerra, pero su principal aliado, Rusia, no teme verse inmerso en una. Es así, que Xi Jinping junto Vladímir Putin buscan acorralar a Estados Unidos, donde el rol de los BRICS y las alianzas bilaterales de cada uno de estos, serán determinantes en el momento de la disputa como en la negociación de la misma.
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Estudiante de relaciones internacionales