El pasado 16 de octubre se celebraron en China los 10 años de la iniciativa de la Franja y la Ruta, proyecto dirigido por Xi Jinping en un intento por fomentar nuevas rutas comerciales al mundo y alcanzar una mayor influencia global. Entre las principales curiosidades del evento se observó la participación del líder ruso, Vladímir Putin, remarcando el gran momento de las relaciones entre Moscú y Pekín, además, la reunión tuvo lugar en medio de las crecientes alarmas originadas por los acontecimientos en Medio Oriente, donde resalta el ataque de la agrupación terrorista palestina, Hamás, hacia Israel.
El discurso de ambos líderes contó con múltiples semejanzas, como la compartida aspiración de China y Rusia por impulsar la conectividad y el comercio global a través de proyectos de infraestructura. Asimismo, Putin marcó la necesidad de que cada Estado pueda determinar su propio modelo de desarrollo, haciendo clara alusión a que el sistema actual, dirigido por la potencia norteamericana, solo beneficia a sus principales aliados, desequilibrando el desarrollo de las naciones más débiles.
Acerca de la situación árabe – judía, Putin abogó por el alto al fuego, acusando indirectamente el intervencionismo occidental en la región. Jinping, por su lado, no hizo mayor comentario al respecto, aludiendo únicamente la necesidad de implantar cambios en el poder global y su deseo por un mundo más multilateral y cooperativo.
De esta forma, las cuestiones de seguridad y desarrollo global partieron desde la óptica del bloque chino, aprovechando los errores de la política norteamericana y la negativa social a la violencia que representa el intervencionismo de Estados Unidos en los conflictos. Los esfuerzos por establecer un nuevo orden mundial liderado por estas naciones están logrando sus frutos, teniendo como estrategia expandir alianzas con regiones golpeadas y olvidadas por el sistema actual.
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Es así, que el desarrollo de este evento con más de 140 países se entiende como uno más de los intentos por proyectar esta nueva visión errónea de Estados radicales en nuevos rincones del mundo, donde ha quedado en evidencia que es necesario instaurar nuevas políticas de seguridad internacional para que así, las instituciones actuales no pierdan credibilidad y no den pie a un conflicto mayor que podría consagrar a Rusia y China como nuevos gestores del Sistema Internacional.
El principal factor de influencia para la obtención de nuevos aliados al bloque, se centra en la capacidad económica china y sus prestaciones a Estados desbordados por crisis, donde la política exterior de Pekín ha canalizado miles de millones de dólares en financiamiento para proyectos de infraestructura en todo el mundo.
La iniciativa de la Franja y la Ruta es una estrategia inteligente de doble interés, donde ya se han movilizado hasta 1.000 millones de dólares en inversión. Esta reunión refuerza la ambición de Xi Jinping por desempeñar un papel destacado en la escena internacional, a pesar de los desafíos internos que enfrenta el Partido Comunista y las críticas externas, donde el plan de China y Rusia se ejecuta a largo plazo, con la obtención de votos a favor en lo que podría significar a futuro el debate de quien dirige al mundo.
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Estudiante de relaciones internacionales