Aprendemos sobre el liberalismo con una obra de arte. Te invito a observar esta pintura. ¿La reconoces?
Se trata de La joven de la perla de Johannes Vermeer, un artista holandés del siglo XVII cuyas obras puedes encontrar visitando ciudades como Ámsterdam, La Haya, París o Viena.
Gracias al proyecto “The Girl in the Spotlight”, realizado en La Haya, podemos saber de dónde provienen las materias primas que el pintor utilizó para dar color a su obra.
Aquí te cuento brevemente qué encontraron los investigadores:
- Lapislázuli que proviene del territorio que actualmente ocupa Afganistán
- Un pigmento azul índigo que puede provenir de Asia o de América, donde la flota holandesa compitió con potencias marítimas de larga data como Portugal, España e Inglaterra
- Un pigmento blanco elaborado a partir de mineral de plomo inglés
- E incluso un rojo carmín que proviene de la cochinilla, un insecto oriundo de América cuyo pigmento también utilizaron otros pintores como Velázquez, Zurbarán y Rubens.
Seguramente te estás preguntando, qué tiene que ver todo esto con el liberalismo. Pues bien, este cuadro refleja una sociedad económicamente próspera, gobernada de manera afín al liberalismo clásico y bastante más abierta que el promedio europeo de la época.
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En el siglo XVII, Holanda formaba parte de las Provincias Unidas, una agrupación de siete provincias de mayoría calvinista que obtuvieron su independencia del Imperio Español en 1648. Su riqueza estaba basada en dos aspectos que son fundamentales hasta hoy: el comercio internacional y un sistema bancario sólido.
Las dos instituciones clave fueron la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (más conocida por sus siglas VOC) y el Banco de Ámsterdam.
La VOC, fundada en 1602, fue la corporación comercial más poderosa del siglo XVII. Fue, además, la primera empresa del mundo que cotizó en la bolsa de valores.
El Banco de Ámsterdam, fundado en 1609, se benefició de la tolerancia de la fe calvinista frente al crédito. Contribuyó a estabilizar el sistema monetario europeo de su tiempo y, hasta hoy, es citado como un caso exitoso por aquellos economistas que defienden la banca de reserva de 100%.
El gobierno holandés era republicano y garantizaba amplia autonomía para cada provincia. La burguesía urbana, próspera y fuerte generó una importante demanda de obras de arte.
Es más, algunos famosos cuadros de Rembrandt como La ronda de noche y Los síndicos de los pañeros dan cuenta de la existencia de organizaciones de la sociedad civil como las milicias ciudadanas y los gremios profesionales.
Asimismo, la sociedad holandesa fue más abierta que otras sociedades del continente en términos de libertad intelectual. Los libros controversiales que no se imprimían en otras ciudades europeas podían imprimirse en Ámsterdam y filósofos como Descartes, Spinoza y Locke encontraron en Holanda un entorno propicio para sus actividades.
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La ciencia también floreció en aquel contexto. Un dato curioso es que tanto el naturalista Anton van Leeuwenhoek como el astrónomo Christiaan Huygens fueron contemporáneos de Vermeer, el pintor del cuadro con el que empezamos este vídeo.
Otro retrato grupal de Rembrandt, La lección de anatomía del Doctor Tulp, da cuenta de la curiosidad que existió en torno a la observación del cuerpo humano, no solo entre los estudiantes de medicina, sino en el público en general.
En conclusión, la Holanda del Siglo de Oro fue una sociedad liberal bajo los parámetros de su tiempo.
Esta valoración cambiaría según nuestros estándares actuales, pues en ese entonces aún existía la esclavitud y los ciudadanos católicos debían mantener la práctica de su religión en privado.
Pero considerando sus propias circunstancias, es difícil no admirar a esta sociedad cuyo arte nos recuerda que vivimos en un mundo altamente conectado.
Si deseas conocer más sobre la Holanda del Siglo de Oro, te recomiendo El sombrero de Vermeer: Los albores del mundo globalizado en el siglo XVII, del historiador canadiense Timothy Brook.
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