En la economía existen conceptos que son tomados por los economistas como principios básicos de los que parten el estudio del resto de variables y comportamientos. Uno de ellos, y quizás el más importante para la teoría económica clásica y liberal, es la ley de la oferta y la demanda.
Esta busca describir el mecanismo de asignación de precios en una economía de competencia perfecta en base a la interacción de dos fuerzas: la oferta (productores) y la demanda (consumidores).
Lo que nos dice este principio es que se da un mecanismo por el cual los precios se coordinan indirectamente a través de las preferencias individuales de los agentes económicos. Es decir, como los consumidores quieren satisfacer sus necesidades – o alcanzar su felicidad – al menor costo posible y las empresas quieren maximizar su utilidad vendiendo más y un mayor precio, entre estas dos partes se llega a un acuerdo tácito que se manifiesta en los precios de mercado.
Es de esta interacción que parte lo que Adam Smith denominaría “La Mano Invisible del Mercado” en su obra La Riqueza de las Naciones. El británico sostuvo que a parte de la ley de la oferta y la demanda, se da otro comportamiento en el mercado que es inherente al ser humano: cada uno tiene intereses egoístas de satisfacer sus propias necesidades antes que el bien común.
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Esto podría sonar contradictorio o, al menos, disonante con lo descrito al inicio de este artículo, ¿cómo un comportamiento egoísta podría beneficiar al resto como lo hace la ley de la oferta y la demanda?
Esto es precisamente lo que Smith señalaría como esa mano invisible que mueve los hilos de una economía. No se basta con la oferta y la demanda, sino que cuando se da libertad a los individuos para perseguir su propio bienestar y a las empresas para rentabilizar sus actividades, se genera una competencia que lleva todas estas conductas particulares hacia el bienestar común, sin necesidad de la intervención de un agente externo.
Este es uno de los conceptos económicos más conocidos, pero también criticados. Nuevas corrientes económicas y escuelas de pensamiento posteriores han criticado la idea bajo el sustento que en la realidad no existe la competencia perfecta y que muchas veces los precios son fijados por empresas que abarcan un gran poder de mercado.
No obstante, resulta pertinente conocer este – y otros conceptos – para familiarizarse con términos económicos que aunque criticados, guardan un espacio en el pensamiento económico actual.
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Estudiante de economía