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Corea del Norte: ¿la ONU tiene la capacidad de frenar al régimen? | Opinión

En las últimas semanas, Corea del Norte ha sido escenario de exhibiciones de poder, desde la exposición de armas nucleares hasta la conmemoración del 70º aniversario del “Día de la Victoria”. Este último hace sentido al fin de la guerra de la Península Coreana en 1953, donde Corea del Norte contó con el apoyo de la República Popular China y la Unión Soviética (Rusia). Indudablemente, estos países aliados también formaron parte de dicha conmemoración, manteniendo como principal objetivo remarcar el gran poderío militar norcoreano al mundo y originar un periodo de incertidumbre a lo que podría significar un acuerdo armamentístico con Rusia en el contexto de la guerra con Ucrania.

En ese sentido, surgen múltiples interrogantes acerca del rol de las Naciones Unidas como principal bloque de respuesta a la eminente amenaza norcoreana. ¿La ONU tiene los recursos necesarios para hacer frente a Corea del Norte? ¿Los esfuerzos diplomáticos son suficiente? ¿Es acaso que el problema Corea del Norte no tiene solución?

Para dar respuesta a cada una de estas inquietudes, es necesario partir con la cabeza del problema, Kim Jong Un, este personaje que se caracteriza por poseer una mente retorcida y ajena a los principios de los derechos humanos, es el líder máximo de la nación norcoreana. Pero, ¿cuál es su fuente de éxito? Esta se basa en el control total de su población y en la continua inserción ideológica del régimen en la educación y en el día a día de los norcoreanos.

Frente a esta realidad, lo único que hemos visto por parte de las Naciones Unidas son informes que muestran su preocupación por la situación de violación de derechos humanos en Corea del Norte, más no se ha ejecutado un plan de acción militar o diplomático que llegue a hacer frente a esta amenaza. El motivo es claro, no es posible ejecutar una estrategia que fomente la paz cuando la parte en discusión no da el brazo a torcer, haciendo que el esfuerzo diplomático sea irrelevante.

Desde el punto de vista militar, como de la óptica de Naciones Unidas y sus operaciones de paz, hay un aspecto que es fundamental para comprender que, para lograr una imposición de la paz, se debe contar con una fuerza militar tres veces superior a la fuerza que opera Corea del Norte para alcanzar el propósito de la misma. Por ende, al ser el ejército norcoreano el más poderoso del mundo, las alternativas de acción con las que cuenta la ONU quedan totalmente desbaratadas.

Es así que, al desaparecer la Unión Soviética, que ocupaba el rol de principal contrincante y amenaza en el mundo, este pasó las riendas a Corea del Norte. Donde las Naciones Unidas le dan un trato distinto al que se le da a otros Estados como Irán e Irak, puesto que estos no significan una amenaza de gran escala para la comunidad internacional. En cambio, con Corea existe una necesidad de mantenerse alerta e invertir en seguridad en el hemisferio occidental.

Finalmente, queda en evidencia que la ONU no tiene control alguno de los actos y decisiones que tome la nación norcoreana. Donde la figura de Kim Jong Un no será eterna, al igual que no lo fue Mao en China y Stalin en la Unión Soviética; dando paso a un gran cambio como lo fue la caída del muro de Berlín y, quién sabe, una futura reunificación de las Coreas.

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