La historia del siglo XX es una de ideología y sangre. Dentro de las ideologías más sangrientas, como el fascismo o el nacionalismo, sin duda alguna, la que más muertes generó fue el comunismo.
Sumando los gobiernos de Stalin, Mao, Kim il Sung, Pol Pot, entre otros, el comunismo fue responsable de la muerte directa de cerca de 94 millones de almas.
El comunismo como doctrina política es considerado como la etapa final del socialismo mediante la cual el Estado se adueña de todos los medios de producción de la sociedad, eliminando así la propiedad privada y logrando que las personas trabajen de manera voluntaria solo para tener lo que verdaderamente necesitan.
En la práctica política, los países socialistas que se encuentran en camino a la última etapa utópica del comunismo han sido considerados y muchas veces se autodenominan a sí mismos como comunistas, a pesar de que en estricto no hayan llegado a cumplir con esta meta ideológica.
El país comunista más referencial es la Unión Soviética, dado que fue aquí donde por primera vez se puso en práctica una agenda socialista a gran escala, con la llegada al poder de Vladímir Lenin. Fue desde este país donde se exportó el modelo comunista al resto del mundo.
Sería un error olvidarnos que en cierto momento la ideología comunista logró gobernar en cerca de la mitad del planeta, incluyendo grandes partes de Europa del Este, Asia, África y Latinoamérica.
Durante este tiempo, los países comunistas implementaron ciertas políticas que nunca habían sido probadas a una escala tan grande en toda la historia de la humanidad. Dado que el socialismo consiste en la abolición del sector privado, sustituyéndolo por el control estatal, esto significa que muchas de las decisiones que ocurrían de manera espontánea por el mercado, ahora debían ser tomadas de manera centralizada por los funcionarios públicos.
Esto trajo una época de planificación total de la economía; ya no serían los mismos ciudadanos los que decidirían que es lo que tienen que consumir y producir, si no más bien el propio Estado, basándose en los parámetros establecidos por un funcionario, quien organiza toda la economía.
Nadie niega que la planificación económica haya existido antes del comunismo; sin embargo, nunca había sido implementada a tan gran escala en sociedades industrializadas donde viven millones de ciudadanos. Si para un padre puede ser difícil poder predecir las necesidades y capacidades de su pequeña familia, queda claro que para un funcionario público va a resultar francamente imposible poder dictar el destino de millones de ciudadanos.
Es un enunciado básico de la economía el de que las empresas públicas tienen un problema de agencia que las pone en una desventaja comparativa con las empresas privadas. Las personas suelen ser más precavidas cuando su propio capital es el que está en riesgo y tienden a tomar decisiones más irresponsables cuando el capital es colectivo. Los privados no pueden operar en pérdida, mientras que el sector público muchas veces piensa que puede imprimir más billetes para financiar sus actividades.
Por este motivo, uno tiende a cuidar mejor su propio dinero y a dilapidar el dinero obtenido por un tercero, lo que se puede ver claramente cuando las personas que heredan fortunas que no han trabajado terminan gastándose toda la plata. Lo que se magnifica en un sistema comunista donde solo hay empresas públicas, que acaban siendo corruptas e ineficientes.
El resultado de estas políticas fue trágico y predecible. Millones de personas alrededor del mundo perdieron sus vidas a causa de las hambrunas generadas por el fracaso de la planificación económica, todo porque sus propios gobernantes pensaban que ellos podían diseñar a su gusto una economía que los acerque a una sociedad comunista.
Esto todavía se puede ver en algunos países socialistas, donde escasean bienes básicos debido a la planificación central, como el arroz, papel higiénico, azúcar, pan, carne o pollo, insumos que abundan en cualquier mercado de un país capitalista, incluso para los sectores más pobres de la sociedad.
En la actualidad, nuestro rol consiste en no olvidarnos de la miseria y la tragedia que la ideología comunista sigue generando a lo largo del mundo. A pesar de que solo quedan un par de países que continúan aplicando el sistema de planificación económica socialista, como Cuba, Corea del Norte, y otros, cada vez hay más izquierdistas que añoran poder traer de vuelta este tipo de políticas para que continúen generando muerte y destrucción, a fin de cumplir su utópica meta de una sociedad comunista.
Estamos advertidos, y nuestra misión será enfrentarlos para derrotarlos de una vez por todas.
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