Cultura

El Ministerio de Cultura ideológico: desde la burocracia hasta el cine político | Opinión

En vista del éxito de la última Feria Internacional del Libro de Lima 2023 (FIL Lima 2023), uno se pregunta: ¿Hay interés por la lectura? Pues, la respuesta es un contundente sí. Después de la pandemia, el evento se ha recuperado paulatinamente, siempre de la mano con la renovación de la prórroga de beneficios tributarios (-18% de IGV). Pero ese no es el caso de las otras industrias culturales.

Las artes visuales son un ejemplo; no solo se le cerraron espacios durante la pandemia, sino que la mayor parte del mercado privado desapareció con la fuga de capitales previos a la toma de mando del golpista Pedro Castillo. La desconfianza pega primero en los “gastos extras” y el sector artístico clásico –disculpen, pero en esta época laxa cualquier payaso se tilda de artista– nunca logró una presión gremial eficiente.

Eso no sucede hoy con el cine nacional, con la artesanía y otros que tienen medios alternativos de difusión con el Ministerio de Cultura. Durante dos décadas, los pintores y escultores impulsamos la creación del Mincul. Durante el gobierno de Toledo una comisión de alto nivel recomendó descentralizar las artes y recién en el 2010 se crea el Mincul, pero bajo un lineamiento discriminatorio hacia las artes clásicas.

No existimos. Ahora pretenden darnos el mote de “trabajadores culturales”, en plena época de “análisis neo-capitalista”, irónicamente somos colegas de las “trabajadoras sexuales” en vez de pertenecer a círculos académicos, como si los títulos y encasillamientos basten para transformar la realidad.

Muchos artistas y escultores hemos pasado por ese vía crucis que es presentar un proyecto al Mincul. Para comenzar,  procesar su trámite requiere contratar a un especialista en procesos legales, un ex- funcionario te vendría bien.

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Para terminar,  la “ayuda” no cubre proyectos de calidad internacional, más bien sirve para armar una exposición cargando tú mismo los cuadros, pues la ayuda se parece más apropiada para una bodega de material de construcción que para un artista que trabaja con investigación, instalaciones, tecnología de punta y diseño 3D.

Eso es desconocimiento, señores. Para proyectos de esculturas en parques, para formalidad y beneficios tributarios tendremos que hablar con congresistas y alcaldes.

En plena pandemia, la Asociación Peruana de Artistas Visuales (APSAV) presentó al Mincul un lista de propuestas de apoyo al arte recogidas de experiencias similares en Brasil, México, España, Francia y Argentina.

Solo osaron responder por formalidad administrativa y nunca hubo reunión ni invitación alguna. En organismos así, los colectivos y las comunidades son mejor vistas que los creadores visuales independientes, aunque estén agrupados formalmente. Eso se llama formato ideológico, y es discriminador.

Pese a acertar premiando la trayectoria de Delia Ackerman, películas como ‘la Revolución y la Tierra’, sobre el desafortunado poeta Javier Heraud y otra sobre el asesino Hugo Blanco, ahora tenemos una sobre Javier Diez Canseco, líder de Vanguardia Revolucionaria, que en los 80s no perdía una oportunidad para pertardear la democracia republicana, haciéndole juego a Sendero Luminoso. Estos hechos parecen responder más a los intereses políticos de la nomenclatura del Mincul que a un ente promotor de todas las artes y todas las sangres.

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Estos hechos parecen responder más a los intereses políticos de la nomenclatura del Mincul que a un ente promotor de todas las artes y todas las sangres.

No solo son malas épocas para el arte, señores. Las sociedades pierden valores que la anarquía después expande. Si no me creen vean la cola diaria de tres cuadras para ver ‘Hablando Huevadas’ en el teatro Canout.

Entre el hegemonismo cultural ideológico y la chabacanería barata existe un tremendo espacio de productos culturales de primera categoría acostumbrados a culminar en soledad o con apoyo privado.

El Mincul debe invitar a los gremios artísticos a participar en la elaboración de proyectos y lineamientos culturales realistas y dejar de ser la caja de resonancia del gobierno de turno. Eso solo sucederá invitando a figuras culturales independientes que den a oír su voz en el Consejo de Ministros y que defiendan sus fueros contra viento y marea.

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