La situación en Francia, en lo que va del año, ha empeorando. La gestión de Emmanuel Macron ha sido más que deficiente para contener las protestas y los disturbios que han azotado las calles francesas en las últimas semanas.
Si bien en el país galo, en todo el siglo XXI ha tenido numerosas manifestaciones, por diversas razones, como pueden haber sido las de los chalecos amarillos en el 2018, las de Banlieues en el primer lustro de los 2000, las actuales son el reflejo de la mala gestión por parte de los gobiernos de los presidentes franceses.
Si bien hasta hace poco la principal movilización era por la reforma de pensiones impuesta por el gobierno de Macron, la situación cambió radicalmente tras el asesinato de Nahel Merzouk, un menor de 17 años, quien murió a manos de la policía francesa a finales del mes pasado.
El asesinato del joven ha generado conmoción por parte de los franceses, quienes han aprovechado la situación para generar el caos en las calles, con más de 500 edificios públicos dañados, (comisarías incluidas) y cientos de policías heridos. Esto ha llevado a que se dicten 1279 sentencias, siendo un 95 % de estas condenatorias, lo que ha llevado a más de 700 personas a prisión efectiva.
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Vale la pena recalcar que las medidas que ha empleado Macron para reforzar a la policía han sido más que cuestionables, al permitirles incluso a los agentes de tránsito emplear la fuerza letal, además de darles la facultad de detener a cualquiera para solicitarle una identificación, sin razón alguna. Una situación más que arbitraria y, desde una óptica liberal, nada justa. Ello ha desencadenado en 17 personas muertas durante estos controles de tráfico, siendo Nahel una de estas.
La violencia en las protestas no debe ser justificada. El deceso de Nahel no ha sido una situación justa, ni proporcionada, sin embargo, hay sectores que lo están utilizando para generar revuelo en las calles francesas, agitando a las masas para sembrar el caos. Al igual que las protestas por George Floyd en el 2020, grupos están aprovechando la circunstancia para tergiversar la indignación original.
Francia hoy está pagando por sus cambiantes políticas respecto a los inmigrantes, quienes ahora se sienten relegados por parte de un gran sector de la sociedad que no los considera franceses de verdad y por un Estado que prometió igualdad, pero que solo ha generado más diferencias.
El panorama está dividido. Ciertos grupos consideran que la policía está cometiendo excesos y que tiene demasiado poder, reprimiendo a la población. No obstante, el sector mayoritario respalda los actos realizados por la policía. El 57% apoya a las autoridades frente a los actos realizados en las protestas francesas, según una encuesta de Le Figaro, y un 67% apoya el Estado de emergencia decretado.
La gente respalda la fuerza policial porque comprende que los actos que se están realizando en las calles son más que vandálicos. Quemar autos, dañar propiedad privada y atacar a las comisarias no es protesta, sino sembrar el terror; que como vemos no son solo de tercer mundo y que, al igual que en el Perú, en los países “adelantados” también se combate la violencia sin aceptar el caos.
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Periodista de ILAD Media