Opinión

Autismo: entre la indiferencia y la inoperancia

Todos los 2 de abril nuestras autoridades se acuerdan de que existe el autismo para levantar su popularidad y decir que «trabajan» por esta población vulnerable.

No obstante, quienes convivimos con esta condición de vida no creemos en sus palabras, sino en sus acciones.

Desde que se promulgó la Ley TEA, el Poder Ejecutivo (Humala, PPK, Vizcarra, Sagasti, Castillo y Boluarte) no ha hecho absolutamente nada para garantizar la inclusión educativa, laboral y de salud de las personas con autismo.

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Ahora, esta Ley corre peligro de ser derogada en el Congreso, lo cual trae a foja 0 el pequeño avance que han logrado nuestras familias a lo largo de todos estos años. El Parlamento debería, más bien, hacer uso de su facultad de fiscalización para supervisar que se cumpla esta ley y no buscar beneficios personales con dictámenes y burocracia que solo retrasan el avance de las personas que viven con esta condición de vida.

Nuestro ministro de Educación, por su parte, comete el desatino de decir «¡Viva el autismo!» frente a la prensa; lo cual revela el poco conocimiento que tiene respecto a esta dificilísima y compleja condición de vida.

Tampoco se hace responsable de la falta de capacitación de sus docentes en esta materia, de los miles de estudiantes que son rechazados de colegios todos los años por tener autismo y de las paupérrimas condiciones en las que tienen que estudiar estos niños y adolescentes, en colegios que se caen a pedazos.

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El MIMP, que debería velar por esta población vulnerable, está más ocupado en capacitaciones de género e ideologías hipersexualizadas que en la inclusión a quienes más lo necesitan: las personas con discapacidad y necesidades especiales.

El MINSA, en su completa inoperancia y habiendo sido tomado por el mercantilismo de APP, sigue sin ser capaz de brindar diagnósticos oportunos y humanizados, a pesar de que según la OMS el autismo afecta a 1 de cada 100 personas en el mundo.

Es hora de que nuestras autoridades dejen de usar el autismo como pose, de que olviden las “palabras bonitas” y tomen acción.

Quienes convivimos, día a día, con esta condición de vida les creeremos el cuento de la empatía cuando pongan en marcha políticas públicas que de verdad ayuden a las personas con TEA.

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