La semana pasada pudimos ser testigos del terremoto de siete grados en varios partidos de derecha, al aprobarse en la Comisión de Justicia y Derechos Humanos, el dictamen del Proyecto de Ley N° 2803/2022-CR: «Proyecto de Ley que establece la Unión Civil», cuyo autor fue el Congresista Alejandro Cavero, mientras que el Proyecto de Ley N° 5584/2022-CR: «Proyecto de Ley que establece las Uniones Civiles entre Parejas del Mismo Sexo», de la Congresista Martha Moyano fue derivado a la Comisión de Constitución y con ello el proyecto de Cavero pasó para ser debatido en el Pleno del Congreso, lo que generó gran debate a la interna de los partidos y un fraccionamiento entre congresistas pro ideología de género y congresistas pro familia.
El «anhelo personal» de Cavero provocó un cisma a la interna de Avanza País porque mientras el CEN de dicho partido marcaba distancia frente al proyecto personal de Cavero, su Bancada fue arrastrada con el lobby LGTBI, desconociendo lo dispuesto por el partido cuyo tren tomaron para llegar al Congreso y ahora vemos que sus vagones se han descarrilado del ideario partidario, lo que nos lleva a reflexionar: ¿cuántos congresistas quisieron postular al Congreso solo para representar y defender el lobby LGTBI, abiertamente antifamilia?, ¿cuántos votaron por esos congresistas que creyeron que eran profamilia y defensores de la Constitución como Martha Moyano de Fuerza Popular, Diego Bazán y Norma Yarrow de Renovación Popular, que han levantado la bandera LGTBI desde sus bancadas o que usando la bancada de Avanza País, donde estuvieron temporalmente, pretenden vender una falsa imagen profamilia, blindándose detrás de la etiqueta del Partido Renovación Popular?
Los Judas de las bases profamilia que están consagradas en la Constitución Política del Perú, en el Código Civil y que representan al electorado peruano, mayormente profamilia, salieron del closet político y hoy demuestran que más allá del ideario de sus partidos, de su representación nacional de miles de votantes; están comprometidos con el lobby LGTBI, cuyo abundante financiamiento proveniente de organismos y ONGs extranjeras, pretenden conducir el destino político del Perú, cogobernando desde la sombra a través de sus congresistas de género.
Estamos advertidos y ya sabemos por quién no votar en las próximas elecciones congresales. Como patriotas y ciudadanos es nuestro deber cívico: investigar bien por qué partidos votar y cuáles serán los candidatos al Congreso por los que seremos verdaderamente representados coherentemente y que en mitad del camino no descarrilen su vagón, del tren que los lleve a ser congresistas. Abramos bien los ojos, para que en el 2026, no nos vuelvan a vender gato por liebre.
Directora ejecutiva del Instituto de Libertad y Acción para el Desarrollo – ILAD