Nuestro Perú vive uno de los momentos más críticos de su historia, y nada más triste que afrontarlo en su bicentenario. Creo que ni el más fatalista habría imaginado un escenario así, crisis política, crisis económica y un crecimiento exponencial de las extorsiones, cobro de cupos y sicariato.
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Lo más anecdótico es que mientras nuestros hermanos peruanos trabajadores del día a día caen como moscas producto de la delincuencia, en el Congreso y en el Ejecutivo aún no se ponen de acuerdo en cómo solucionar esta situación crítica. Por el contrario, se han dedicado a proponer proyectos de ley como la creación del delito de terrorismo urbano o el crimen sistemático, cuando éstos incluyen delitos como el sicariato o extorsión que tienen las penas más severas y están tipificados claramente en la legislación penal; sin embargo, dentro del Congreso pierden el tiempo en discutir si se debería llamar terrorismo urbano o crimen sistemático, que si eres de izquierda o si eres de derecha, que si eres terruco o un fascista, debates fuera de lugar y sin relevancia, que solo están causando mayor sufrimiento a la población peruana.
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Como una vez escuche decir a un profesor de derecho: “tenemos las mejores leyes del mundo, pero los peores administradores de justicia”, cuánta razón tenía, hace falta una completa reestructuración de nuestro sistema de justicia, limpiar a esos malos jueces y fiscales; es indignante tener a jueces y fiscales involucrados en casos mediáticos como el del famoso conductor de televisión Andrés Hurtado, por esto me pregunto: ¿estas personas son las más idóneas en asumir el cargo? ¿podemos sentirnos seguros que realmente se hace justicia en el Perú? Lo que se necesita es un mayor empoderamiento, una debida capacitación y equipación a nuestra Policía Nacional, profesionalizarla como la antigua PIP; de qué sirve decretar Estados de Emergencia ineficaces cuando no se pone en ejecución estrategias de inteligencia que frenen toda esta ola de criminalidad.
Abogado