Argentina ha rechazado adherirse al Pacto del Futuro de la ONU, una nueva propuesta de agenda globalista que busca reducir la soberanía nacional de los países miembros e impulsar todo tipo de ideologías progresistas mediante políticas públicas locales, en todo el mundo.
A continuación, el equipo de ILAD Media te comparte la opinión del escritor y conferencista referente de la batalla cultural, Agustín Laje, al respecto:
Extraído del X de Agustín Laje
El gobierno de Javier Milei acaba de dar una lección de democracia y libertad a todo el mundo: se opuso en Naciones Unidas a la Agenda 2030 y anunció que se desvincula del “Pacto del Futuro”, la lavada de rostro de la agenda globalista de cara al año 2045.
La Agenda 2030 surgió en 2015 del trabajo de dos grupos de 30 personas cada uno, y un “Foro Político de Alto Nivel” compuesto también por un puñado de burócratas globalistas, dirigido por ONU.
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Este grupito de personas confeccionó una agenda de 17 objetivos y 169 metas, y la presentaron como la “agenda de la Humanidad”. La Resolución 70/1, por medio de la cual la impulsaron, sostuvo que era una “agenda inclusiva” y que se había diseñado “de abajo hacia arriba”. Esto no era más que una descarada mentira: una elite diminuta y arrogante, como diría Hayek, pretendía hablar en nombre de 8mil millones de seres humanos.
La verdad fue que no sometieron su agenda a ningún mecanismo democrático; no consultaron a ningún pueblo al respecto. Simplemente se dedicaron a repetir sus palabras mágicas : “inclusión”, “diversidad”, “sostenibilidad”. De un día para otro, las naciones del mundo vieron cómo se les imponía una serie de objetivos y metas que jamás habían debatido ni votado.
Como dice la citada resolución, todos los objetivos y metas de la Agenda 2030 son UNIVERSALES, INTEGRALES e INDIVISIBLES. Esto significa, en resumen, dos cosas: que esta agenda es OBLIGATORIA para todo el mundo a pesar de que NADIE fuera consultado, y que todos sus elementos conforman un sistema al que no se le puede agregar ni quitar nada. Es decir, lo que Agenda 2030 reclama es un compromiso ciego y acrítico, incluso dogmático, para con el poder político global.
Esta agenda fue diseñada con dos objetivos fundamentales. Por un lado, expandir el poder político en todos los ámbitos. Educación, salud, sexualidad, reproducción, cultura, economía, trabajo, industria, agricultura, comunicaciones, tecnología, medioambiente: la Agenda 2030 no deja ámbito de la vida sin intervenir, y es por eso la mejor coartada de los políticos para incrementar su poder a expensas de la sociedad civil.
Por el otro lado, y aunque parezca contradictorio, la Agenda 2030 ha sido diseñada para fracasar. Sus objetivos y metas, tremendamente maximalistas, que parecen casi una carta de un niño a Papa Noel, no serán cumplidas en lo que resta de tiempo para el año 2030. En el “Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible” del año 2023, la propia ONU reconoció que el mundo no ha avanzado en casi ninguno de los objetivos establecidos, y que debemos prepararnos para un enorme fracaso. Por cierto, en muchos objetivos estamos incluso peor que en el año 2015.
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La Agenda 2030 está diseñada para fracasar, porque es lo que le permite a la burocracia global desparramar culpas, deslegitimar a las naciones y solicitar en consecuencia cada vez más poder a los Estados y avanzar así en agendas cada vez más radicales. Por esto mismo, la ONU ya está preparando el reemplazo de la Agenda 2030, así como la Agenda 2030 fue el reemplazo a su vez de la agenda de los Objetivos del Milenio, que también constituyó inmenso un fracaso.
El “Pacto del Futuro” es la nueva coartada para radicalizar el poder globalista de cara al 2045. Bien por el gobierno de Milei, que lo ha rechazado de plano.