Cultura

Dime cómo escribes y te diré cuánto te respetas

Una de las más grandes mentiras de las corrientes socialistas del siglo XXI es que hay que deformar la lengua para lograr la inclusión social. Con una falsa promesa de progreso y justicia, el globalismo ha pretendido instaurar el mito de que desdoblar el lenguaje por género o intercambiar vocales, hará que las mujeres y las “minorías” sean más visibles y, por ende, liberadas de una supuesta opresión patriarcal.

Lamentablemente, a partir del inicio de siglo, hemos visto que varios países colindantes al nuestro han sucumbido ante esta moda que atenta contra una de las lenguas más completas y hermosas del mundo: el castellano.

¿Ustedes se imaginan a los franceses o italianos (solo por mencionar otras lenguas romances) tratando de usar el lenguaje inclusivo? Esto sería visto como un atentado contra la belleza del idioma y la tradición. 

Destruir nuestro idioma es destruir nuestra identidad, lo cual constituye una tremenda falta de respeto al legado histórico y literario de América Latina.

Aquí me permito contar una anécdota personal. En un intercambio escolar, le pregunté a un amigo francés cómo lograban aprenderse tantas tildes y signos de puntuación tan prolijamente (ya que, lamentablemente, en mi país colocar una tilde donde corresponde es visto como pretencioso y excesivamente formal) a lo que él respondió, extrañado: 

“Las reglas del lenguaje son básicas para hablar bien, leer bien y, por ende, entender bien. Si no colocas un signo de ortografía donde debe ser, quedas como estúpido.”

Lo que este francés de 15 años me estaba enseñando –sin saberlo– es que, para un ciudadano con conciencia cívica, expresarse adecuadamente es un deber y una cuestión que compromete el orgullo personal y la reputación.

Por ello, no es de extrañar que tantos periodistas y políticos de izquierda hayan pegado el grito al cielo cuando se promulgó la Ley que elimina el incorrecto uso del lenguaje inclusivo en textos escolares y documentos públicos, de la autoría de la congresista Milagros Jáuregui de Aguayo, ya que para la izquierda progresista el control del uso de la lengua es primordial para determinar y moldear la cosmovisión y percepción de los individuos.

Parecerá tonto o nerd preocuparse tanto por el correcto uso del lenguaje pero, en esta materia, me permito citar, sin ser santo de mi devoción, a nuestro Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa: 

“El lenguaje es algo que nace naturalmente y sobre eso se establecen ciertas reglas. Nosotros tenemos, en el español, clarísimamente un masculino inclusivo. Hay que combatir los prejuicios, hay que promover a las mujeres, pero desnaturalizar el lenguaje porque se considera machista es una estupidez que de ninguna manera yo voy a aprobar.”

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