Si estamos al tanto que los medios de comunicación nos cuentan las noticias de acuerdo a su sesgo y preferencia política ¿se han puesto a pensar cuánto ha cambiado la Historia del Perú que nos cuentan? ¿acaso no ha sido víctima de la misma manipulación política en los recientes años? Una forma de descubrir esto es encontrando evidencia que contradiga el relato histórico de la currícula escolar. Y esa evidencia existe.
Tradicionalmente, en las aulas de clase se nos ha contado que el Imperio Inca era un paraíso de esplendor hasta la llegada de los españoles, que protagonizaron una invasión donde primó el saqueo y la destrucción. La llegada de los españoles significó un quiebre que destruyó el sistema político y cultural anterior, imponiendo el sistema occidental, con sus defectos que arrastramos el día de hoy.
Este relato se derrumba cuando empezamos a encontrar evidencia de la época, que nos muestra una versión distinta de la Historia. Si hacemos una visita al Museo Larco, encontramos un cuadro de la “Genealogía de los Reyes del Perú”, donde muestra la Capac Cuna, la sucesión de Incas desde Manco Cápac hasta Atahualpa. Hasta ahí no hay nada sorprendente, hasta que vemos que el sucesor de Atahualpa es Carlos V, Felipe II, Felipe III… y los demás reyes de España.
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Nunca nadie en las aulas escolares nos ha mencionado que los reyes de España fueron reconocidos como sucesores de los Incas durante los 300 años de virreinato del Perú, menos aún que existen cuadros que evidencian este hecho. No solo el del Museo Larco, pues existe un cuadro igual en la Catedral de Lima y otro en el Beaterio de Copacabana en el Rímac.
Si contrastamos esta evidencia con los datos históricos, nos damos con la sorpresa que Carlos V tomó el título de XV emperador del Perú, reconociendo a los 14 incas como sus antecesores. Si realmente hubiera querido destruir el sistema anterior para imponer uno nuevo a sangre y fuego, no hubiera tenido reparos en nombrarse Primer Emperador del Perú, pero no lo hizo, queriendo reflejar ante la nobleza cusqueña (la cual también reconoció y otorgó títulos nobiliarios), una continuidad con el régimen anterior.
Este tipo de cuadros no son propios del virreinato, en el MALI se está exponiendo un cuadro del período republicano (aproximadamente 1830) donde, luego de Atahualpa aparecen los incas de Vilcabamba, sucedidos por el tan controversial Francisco Pizarro. Me imagino que aquellos que sacaron la estatua de Pizarro de la Plaza de Armas no estarían contentos de verlo como sucesor de los Incas, pero así es como se veía la construcción del Perú en el siglo XIX, lo que nos hace cuestionarnos qué tanto de lo que sabemos de Historia es un fiel reflejo de lo sucedido en el pasado y qué tanto una interpretación moderna.
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