Durante más de 20 siglos Atenas ha sido el modelo de Estado ideal para distintos estudiosos de la Teoría Política, esto fue así debido a la forma en cómo se constituyó el gobierno y la organización civil de aquella ciudad-estado; por ejemplo, se le atribuye la creación de la democracia. No obstante, este escenario ha cambiado a raíz de la pandemia del Covid-19.
Aquella trágica época colocó en el foco de atención a China, no solamente por ser el país donde comenzó el coronavirus, sino por la forma en cómo este Estado oriental maneja la política y la vida de sus ciudadanos. Bajo esa línea, muchas otras naciones a nivel mundial empezaron a copiar el estilo del quehacer político chino adaptándolo a sus propios contextos.
Así, mediante la maximización del aislamiento social, los reemplazos tecnológicos masivos, la automatización de la vida, el control totalitario de acciones civiles, y más, China demuestra que su administración es la materialización del panóptico foucaultiano 2.0; es decir, desde la cumbre del aparato estatal se busca vigilar y controlar absolutamente todo.
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En este sentido, si extrapolamos las ideas epistemológicas de Kuhn, este panorama de acercamiento a la idiosincrasia política china nos revelaría que nos encontraríamos en una crisis del clásico paradigma defensor de la democracia liberal, lo cual daría paso al establecimiento hegemónico de uno nuevo: El modelo tecno político chino.
Por tanto, estaríamos pasando del estudio de los viejos demócratas Tocqueville y Hamilton al entendimiento de las acciones políticas de Xi Jinping para aplicarlas en la realidad, algo que no es quimérico, pues países como Rusia, Estados Unidos, Irán, Reino Unido, Corea del Sur y Taiwán ya tienen sistemas de control y vigilancia que están incorporando progresivamente.
No obstante, la reconfiguración profunda de “lo deseable” —en el sentido político— coloca en la mesa de debate la pertinencia de la conservación del instituto de la libertad; pues de sacralizar totalmente el Estado chino, la consecuencia directa será que el antagonismo libertad/orden, tal como ocurre en el gigante oriental, tendrá un claro vencedor: “El orden”.
Esto último es un detalle no menor, pues en él radica el fundamento del estándar de gobierno: Pasar de la Atenas política a la China tecnológica implica el cambio de la libertad al orden; ambos valores entendidos, exclusivamente para este análisis, como fines en sí mismos. Para ilustrar lo dicho, preguntémonos, ¿qué existe en un país con medidas como el crédito social?
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A modo de cierre, la centralización, impulsada aún más por la pandemia, de China en el ideal político de los países del mundo tiene una cuantiosa cantidad de aristas e interrogantes a considerar, siendo una de ellas la siguiente: ¿La pérdida de la libertad es justificable si se garantiza “orden” en la sociedad? La respuesta dependerá de cada uno de nuestros lectores.
Presidente de Jóvenes Patriotas