Opinión

¿Por qué la ideología de género es maltrato infantil?

Pretender que un niño que ni siquiera ha llegado a la adolescencia sepa qué significa ser trans, alinearlo con esta ideología totalitaria, vestirlo con banderitas de colores y exponerlo en redes sociales constituye una falta de respeto y una violación a la integridad y privacidad de los menores de edad.

Esto no lo digo solo yo. Inclusive, la Organización Mundial de la Salud define el maltrato infantil como “todo tipo de maltrato físico o afectivo, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otra índole que dañe o pueda dañar la salud, el desarrollo o la dignidad del menor o que pueda poner en peligro su supervivencia”.

Entonces, me pregunto, ¿todo este circo no daña acaso el desarrollo y la dignidad de los menores? ¿No constituye una suerte de explotación comercial, por parte de adultos que deberían estar velando por su bienestar, para favorecer al lobby arcoiris? Respondo estas preguntas con algunos datos.

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Según la neurociencia, de 3 a los 6 años de edad recién se comienza a conocer el mundo mediante el lenguaje y la comprensión del entorno, y el vocabulario se amplía de unas 100 palabras a 2000. Luego, de los 6 a los 10 años, los niños recién desarrollan el pensamiento formal, aprenden a describir sus experiencias, ideas y sentimientos, y se adquieren nuevos conocimientos basados en la lógica de lo concreto.

El lóbulo frontal, parte de nuestro cerebro responsable de la toma de decisiones, anticipación de riesgos, evaluación de las consecuencias de las acciones, el control de nuestras emociones, la consolidación de la conciencia moral y el establecimiento de metas propias, es justamente la última parte del cerebro en desarrollarse, y su maduración neurocognitiva se completa alrededor de los 20 a 25 años.

Es decir, alcanzar la madurez cerebral requiere toda nuestra infancia y adolescencia y dura más de 20 años, pero los progres quieren convencernos de que un niño en edad pre-escolar está listo para aprender y decidir sobre género, diversidad sexual y puede aseverar que se encuentra “en el cuerpo equivocado”.

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Con razón les ardió tanto cuando, en Davos, Javier Milei aseveró que la ideología de género estaba estrechamente ligada a la pedofilia. En efecto, muchos nos preguntamos: ¿por qué hay adultos tan obsesionados en “educar” a los niños sobre sexualidad e identidades trans?

Opino que estos colectivos necesitan una excusa creíble porque el cuento de la tolerancia y la igualdad ya nadie se los compra, pero cabe señalar también la hipocresía de los organismos internacionales que dicen “velar por el bienestar de los niños y adolescentes” y paralelamente promueven estas perversiones mediante políticas de género.

La evidencia científica está del lado del sentido común, y todo indica que introducir a menores de edad a la ideología de género constituye abuso psicológico y tiene un impacto significativo y duradero en el desarrollo de su identidad y personalidad.

En nuestro país, ya existen políticas públicas con enfoque de género en diversos sectores. No permitamos que sigan avanzando o nos veremos enfrentando una crisis como la de los países de norteamérica o Europa, en donde miles de jóvenes hoy se arrepienten de haberse sometido a tratamientos irreversibles y operaciones para “cambiar de sexo”.

 

 

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