Política

¿Hay que votar por el mal menor?

Es esencial reconocer que hay una gran diferencia entre el político que los peruanos desean y el político perfecto. Debemos recordar que, cuando un político asume el cargo de gobernante, su figura, por más ilegítima que se termine convirtiendo, representa a una parte de la población. Esto está determinado por factores como la ubicación geográfica, experiencias compartidas, historias similares, educación y valores democráticos, entre otros aspectos.

Por tanto, haciendo énfasis en el caso peruano, se ha hecho visible un discurso popular dentro de los ciudadanos, el más mediático en cada elección, ya sea desde las municipales, regionales y nacionales, es el siguiente: “hay que votar por el político que robe menos”, a este se le reconoce como el mal menor.

De este modo, en la actualidad, al evaluar las virtudes de un líder político, nos enfrentamos a lo que Bryan Caplan describe como una tendencia recurrente de los ciudadanos a votar de manera irracional debido a la falta de interés en informarse adecuadamente sobre los asuntos políticos y económicos. En este sentido, a pesar de que la mayoría de los países del mundo han optado por la democracia, se observa la presencia de la irracionalidad en el electorado. Por ejemplo, en el caso de Perú, los votantes suelen decidir su voto el mismo día de las elecciones, basándose en sensaciones y emociones generadas por discursos políticos que movilizan a las masas. Esta situación refleja una realidad preocupante, pero no se puede atribuir exclusivamente a la democracia, ya que sería irresponsable hacerlo, sino más bien a la falta de valores democráticos arraigados en nuestro país.

 

Desde esta perspectiva, Adelman ofrece una definición específica centrada en los estados latinoamericanos. Destaca la persistencia de desafíos significativos en la formación de los estados andinos, resaltando que este proceso aún está en marcha en la región andina. Por tanto, la noción de un estado inacabado en América Latina implica reconocer que la construcción y consolidación de los estados en la región es un proceso en constante evolución y que requiere atención continua.

 

No obstante, esta visión es un escenario quizá optimista y busca encontrar una esperanza, en medio de un sendero que sigue un mismo patrón sin cambios. De este modo, el Estado-Nación peruano ha sido históricamente ajeno y limitado en su expansión territorial, lo que ha desencadenado una deformación en el crecimiento del país. Los ciudadanos peruanos se han formado bajo este modelo, lo que ha llevado a que hoy en día apuesten de forma recurrente por un despotismo democrático. Las elecciones presidenciales del 2026, no están tan lejanas, los votantes peruanos tienen una nueva oportunidad para mostrar si han aprendido de la constante turbulencia política del último tiempo.

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