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La izquierda y su rol en la controversia Venezuela – Guyana | Opinión

En Latinoamérica el discurso de la izquierda por mantener la unidad se ha visto fraccionada, siendo la más afectada la “gran” Venezuela socialista, esto en lo que respecta al nulo apoyo regional en la disputa territorial con Guyana por el control soberano de la región del Esequibo. Donde, además, el hecho es de gran interés norteamericano y de indiscutible influencia occidental por el pasado colonial que representa.

Históricamente, la disputa entre Venezuela y Guyana por la región del Esequibo parte desde finales del siglo XIX. No obstante, en sus inicios, cuando España estableció la Capitanía General de Venezuela dependiente del Virreinato de la Nueva Granada, la región del Esequibo formaba parte de la sub entidad territorial, la cual, a consecuencia de la independencia de 1811, pasó a estar bajo control venezolano.

Posteriormente, Reino Unido adquiriría alrededor de 51.700 kilómetros cuadrados al oriente de Venezuela, otorgando a la Guyana Británica de aquel momento la región del Esequibo al no definir una frontera. No siendo hasta 1840, cuando Londres marcó la línea fronteriza con más de 80.000 kilómetros cuadrados adicionales.

La influencia norteamericana se hizo presente en 1895, cuando Estados Unidos recomendó resolver la disputa por medio de un arbitraje internacional, de notoria inclinación europea, que emitió una decisión a favor de Reino Unido en el Laudo Arbitral de París de 1899.

En 1966, Guyana obtuvo su independencia del dominio británico, pero se vio envuelto en un periodo controversial por el descubrimiento de documentos que evidenciaban la parcialidad del fallo sobre el control del Esequibo.

La situación resonó en 2015, cuando se descubrieron decenas de yacimientos de petróleo en la zona de disputa, siendo la base del resurgimiento económico de Guyana, el cual creció 57,8% en 2022.

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En la actualidad, la disputa territorial por el Esequibo puede ser entendida desde diversos aspectos. Inicialmente, desde una visión nacional donde Nicolás Maduro, en un esfuerzo por conseguir aceptación y ocultar décadas de tiranía, se presenta como un héroe nacional que reclama un territorio que claramente fue repartido arbitrariamente.

Desde una visión internacional e ideológica, ha quedado en evidencia la conveniencia con la que actúa la izquierda, la cual le dio la espalda a Venezuela en una batalla que siempre se mantuvo desfavorecida. El Brasil de Lula, la cuba comunista, los países miembros de la Comunidad del Caribe, todos comparten una similitud, apoyan de forma incondicional a Guyana bajo el discurso de hermandad latinoamericana, cumpliendo el rol de mediadores a pesar de contar con una postura ya establecida.

Por otro lado, Guyana no se preocupa de lo que podría significar una disputa armada por la región, ya que esta se ve refugiada por sus principales socios, Estados Unidos, la Commonwealth, Gran Bretaña y la OEA.

La situación del Esequibo pudo tener un efecto mayor en el mundo, teniendo en cuenta la disputa actual entre las potencias. Donde Estados Unidos se encuentra en uno de sus periodos más críticos, Rusia por su lado, recaudando aliados anti americanistas y anti occidentalistas y, por último, China siendo el observador y actor pasivo a favor de los planes de Moscú.

Es así, que la izquierda cae nuevamente en la contradicción y actúa únicamente desde el interés propio, donde el chavismo es el único culpable del mal que padece Venezuela, la apartó del mundo justo, encaminándola al desastre de un mundo ficticio con amistades oportunistas.

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